Sobre la actividad artística de D. Sebastián Montes Carpio existe una ingente cantidad de información hemerográfica, bibliográfica y también videográfica, a pesar de su corta edad. Las primeras noticias se remontan a 1999, cuando organiza su primera exposición individual en la Sala de Exposiciones de la Casa de la Cultura en Villa del Río, y D. Francisco López López y D. Rafael Muñoz Moreno escriben sobre él sendos artículos para la Revista de Feria de Villa del Río, año en que el Ayuntamiento de la localidad tiene a bien, además, que sea uno de sus lienzos el que se reproduzca en la portada, concretamente Puerta del Jardín del Lirio – aunque no sería la única, ya que en 2000 ocupará la portada de la revista y el cartel anunciador en honor a las Fiestas de San Isidro Labrador -.
D. Francisco López López veía en D. Sebastián un joven talentoso lleno de energía y ganas de convertirse en un gran artista, le auguraba un exitoso futuro y le alentaba animosamente a trabajar para ello.
D. Rafael Muñoz Moreno, por su parte, nos adelantaba algunas pinceladas de su camino hasta aquel momento, destacando lo importante que había sido para el joven compartir momentos en el taller de su tío D. Francisco Gutiérrez, donde llegaban todos los pintores locales a enmarcar sus cuadros, lo feliz que le hacía haber podido entablar amistad, especialmente con D. Blas Moyano Rosauro, y las clases que ya había recibido del pintor D. Manuel Luna Alonso un par de años antes.
En la misma revista, pero en el número correspondiente al año 2004, la villarrense Dª. Ana Isabel Calero Cuenca, periodista y amiga del escultor, comparte un extenso y completo artículo en el que recoge gran parte de sus datos biográficos hasta aquel momento, sus méritos profesionales y pone especial interés en destacar cuáles son los logros artísticos de D. Sebastián Montes Carpio y sus aportaciones a la historia de la Imaginería, a través de un repaso ilustrativo y didáctico por los principales imagineros de la Historia del Arte y, sobre todo, por aquellos que el joven escultor tendrá de principal referencia.
El historiador del arte D. José Manuel Jiménez Migueles, por su parte, hará lo propio en el número de 2007, momento en que el artista contaba con 25 años y ya había realizado numerosos proyectos, abriéndose paso en Córdoba con interesantes aportaciones que supondrían un paso adelante – no sin generar el debate y controversia propios de los cambios trascendentales y revolucionarios – en la historia de su disciplina y que se verían reflejados, sobre todo, en el Misterio de la Borriquita y el Misterio de la Agonía de la capital cordobesa.
En este mismo número, encontramos reconocimientos al artista por los trabajos de restauración de la Imagen de Santa María Magdalena por parte de su cofradía y también desde la Hermandad y Cofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Humildad de Villa del Río, anunciando la exitosa finalización de la primera fase del misterio de su cristo. La culminación de esta intervención tuvo lugar en 2010 con una conferencia del escultor – de las más de media docena que lleva impartidas hasta la fecha – que también se reflejaría en el número de la citada revista correspondiente a ese año, así como la celebración de la restauración de la Imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Villa del Río.
Relacionado con los medios de prensa que a nivel local, comarcal, provincial y autonómico dan a conocer la labor artística de D. Sebastián Montes Carpio, la participación en concursos y certámenes o la presentación del resultado de sus proyectos de restauración, encontramos más de cuarenta artículos que abarcan una horquilla cronológica desde principios de los años 2000 hasta la actualidad.
Destacan, por ejemplo, varias publicaciones que, en 2009, presentan en sus portadas obras que procesionaban tras haber pasado por el taller de D. Sebastián Montes Carpio y, en el lugar más destacado, los números especiales que algunos medios dedicaban a la Semana Santa.
También se han visto documentadas las numerosas intervenciones que el artista ha realizado en obras de autores tan importantes como D. Alonso Cano Almansa, (1601 – 1667), D. Pedro de Mena y Medrano, (1628 – 1688), D. Francisco Salzillo y Alcaraz, (1707 – 1783), o el que nos resulta también muy familiar, por cercanía geográfica a la vez que cronológica, D. Juan Martínez Cerrillo, (1910 – 1989); algunas anónimas de los siglos XVII y XVIII, así como las muestras en las que ha presentado obras y concursos en los que ha ganado premios.
En 2013 concede una entrevista para el periódico digital Cordópolis donde queda de manifiesto su veteranía profesional a pesar de su juventud, teniendo en cuenta que realiza su primera Virgen con 17 años y que irrumpe con gran fuerza en la capital cordobesa, marcando la diferencia con la calidad y expresiones de sus figuras.
Por nuestra parte, agradecemos el tiempo dedicado a aportarnos la información requerida, el habernos invitado a conocer su taller y, además, cedernos algunas fotografías personales que tienen que ver fundamentalmente con sus inicios, su primera formación y aquellos viajes que enriquecieron el trabajo y la vida del escultor; así como su permiso para hacer uso de gran cantidad de fotografías de la numerosa producción artística que gestiona y que puede verse también en sus redes sociales o en internet, a día de hoy. Por todo ello, le transmitimos nuestro más profundo agradecimiento.
D. Sebastián Montes Carpio nace un 27 de febrero de 1982, siendo el segundo de cuatro hermanos, (dos mujeres y dos varones); fruto de la unión entre D. Sebastián y Dª. Francisca. Recuerda haber tenido siempre la necesidad de crear con todo lo que tuviera a mano. De niño buscaba continuamente inventar y construir con cualquier cosa, incluso de desecho: un trapo viejo, botellas vacías o cartones; todo era aprovechable y podía servirle para canalizar una energía creativa que se desbordaba.
Con el paso del tiempo, irá asumiendo que aquella especie de fuerza interna no era algo que tuviera caducidad, sino que tenía que ver con su forma de ser y estar en el mundo, con una necesidad que perduraría no sólo durante la niñez, sino también en la adolescencia y todavía más intensamente en la madurez.
En Villa del Río cursa su primera formación en el Colegio Poeta Molleja, sin encontrarle especial interés a los estudios y donde no eran pocas las veces que se frustraba al ver que sus inquietudes distaban mucho de lo que allí podía aprenderse y de los gustos y juegos de sus compañeros. Mientras el resto jugaba al fútbol, él se ausentaba para tener contacto con el agua de las fuentes, con la tierra, haciendo mezclas entre ambas e intentando simular figuras. No era consciente de que sus manos pedían a gritos modelar ya desde sus primeros años de vida.
Con cinco o seis años llegaba a casa con la ropa llena de manchas de haber estado jugando con el barro en el canal de la Ermita de la Virgen de la Estrella y se llevaba no pocas regañinas. Tampoco en la época de instituto lograba encontrar su sitio. No eran muchas las posibilidades y las opciones para estudiar eran limitadas: Mecánica o Electricidad; y ambas le daban poco menos que terror. Llegó a pensar que quizás los estudios de cocina pudieran permitirle dar salida a esa energía creativa que parecía estar deseando florecerle en las manos.
D. Sebastián Montes Carpio empieza a trabajar desde los 8 años ayudando a su tío Paco – D. Francisco Gutiérrez – en una tienda de marcos. Al principio comenzó como un juego y como un intento de sus padres por inculcarle cierta disciplina y procurar que no estuviera siempre en la calle, algo que él hoy agradece. Esa ocupación supondrá para él la posibilidad de conocer de primera mano las obras de todos aquellos artistas que iban llegando a la tienda para enmarcar sus pinturas.
Recuerda que se conocía de memoria la autoría de las piezas sin ni siquiera mirar la firma, que detectaba la evolución de los creadores, que entablaba conversación con ellos e incluso amistad con algunos, que tenía muy buen criterio incluso para elegir los marcos más adecuados y, sobre todo, que la experiencia le animó a intentarlo también él. De entre todos recuerda especialmente las obras del prestigioso D. Pedro Bueno Villarejo, del que sería su amigo D. Blas Moyano Rosauro y también la inconfundible personalidad que iba adquiriendo la pintura de D. Miguel Cachinero Muñoz, que ya empezaba a desvincularse de lo tradicional en busca de un estilo propio.
Un día de 1997, D. Sebastián encuentra el anuncio de un curso de pintura que se impartía en el edificio de usos múltiples, cerca de la estación de Villa del Río, y acudió. Recuerda haber aprendido mucho en ese momento de su maestro, D. Manuel Luna Alonso, que vio rápidamente en él aptitudes sobresalientes, animando a sus padres a que lo apoyaran si por fin decidía emprender carrera artística. Admiraba en ese momento a Luna, pero la gama cromática que más le gustaba era la del referente por antonomasia de la pintura villarrense hasta el momento, la de las obras de D. Pedro Bueno – con quien curiosamente estaría emparentada su familia -.
Cerca de la tienda de su tío vivía uno de los pintores más destacados y que mayor actividad expositiva estaba teniendo en esos años, el ya citado D. Blas Moyano Rosauro, que también llevaba sus cuadros a enmarcar y pasaba siempre por delante de la tienda para poder llegar a su casa. Ambos establecerían, como ya adelantábamos antes y pese a pertenecer a distintas generaciones, una entrañable amistad.
No pocas veces visitará nuestro artista al pintor en su casa para conversar con él, para enseñarle sus propias pinturas o para incluso decidir, años después, tomarle unas fotografías con la finalidad de realizarle un busto escultórico. A la muerte de D. Blas, ya en 2001, éste dejaría a D. Sebastián algunos objetos personales: su propio caballete, varios libros, algunos recortes de prensa y fotografías.
D. Blas Moyano Rosauro cuenta, como sabemos, con una plaza que lleva su nombre, donde se encuentra ahora un busto obra del escultor D. Juan Polo Velasco, (1923 – 2017), constituyendo una pieza clave también la obra de este escultor para el imaginario de nuestro artista.
En su profunda necesidad de expresarse, de crear, aprovecharía las distintas festividades: las Cruces de Mayo, las Carrozas de San Isidro o los disfraces de Carnaval. Con 14 años solía competir en muchos de estos concursos con los mayores y no obtenía nunca malos resultados.
D. Sebastián Montes Carpio reconoce ahora haberse iniciado en la pintura porque era lo más accesible en el contexto en el que crece, pero durante el tiempo en el que se sentía sobre todo pintor decidió dedicar un año entero a preparar la que sería su primera muestra individual de óleos en Villa del Río, con 17 años, presentando más de 40 obras y vendiendo la gran mayoría el primer día de exposición; consiguiendo alcanzar en muy poco tiempo un nivel muy elevado y perfectamente comparable con el de los trabajos que él había estado estudiando.
Se decepcionaría enormemente al observar que, con todo lo anterior, no conseguía recibir el reconocimiento suficiente por parte de los principales responsables de su pueblo en aquel momento. Por otro lado, reconoce que sí tendría el apoyo importante de algunas personas, como fuera el caso de D. Francisco Wenceslá Ruíz, entre otros; que se esforzó incluso porque fuera una de sus obras la que ocupara ese año la portada de la revista local. Con este dinero consiguió comprarse su primera moto y ahorrar para comenzar a perseguir su sueño.
En Villa del Río estará el artista hasta 1999, cuando supera las pruebas para entrar a estudiar en la Escuela de Artes y Oficios Mateo Inurria de Córdoba. Recuerda aquellos años en que – aun no contando con la edad reglamentaria – buscaba desesperadamente la manera de formarse como pintor, – al principio -, como un auténtico sacrificio: salir en el primer autobús de la mañana, llegando siempre bastante antes de que abrieran las puertas de la escuela, ya fuera con frío o con calor, sin haber faltado ni un solo día; compaginando esas clases con el trabajo en el taller de su maestro durante seis años.
Siempre intentando dar lo mejor de sí, buscando su hueco, luchando por lo que siempre había querido y por lo que había descubierto, ya fuera del pueblo, de sí mismo: que todos los caminos tomados le llevaban a una única verdad: Sentir la escultura como su verdadera razón de estar en el mundo. Hoy antepone su profesión al resto de facetas humanas, sin proponérselo siquiera y asumiendo muchos riesgos y otras tantas privaciones. Por eso será especialmente escrupuloso a la hora de emplear las palabras artista y arte, conceptos que medita mucho y respeta enormemente.
En la Escuela de Artes y Oficios Mateo Inurria cursará un ciclo medio de dos años en Artesanía en cuero que contaba con muchas horas de dibujo semanales que era, precisamente, lo que iba buscando. Como resultado de ello, organizará en la Sala de exposiciones de la Casa de la Cultura de Villa del Río una muestra conjunta de sus trabajos y los de su compañera Dª. Pepi García Bernal. Posteriormente, realizaría un ciclo de Talla artística en madera y restauración que, aunque tendría una duración de dos años, consiguió poder repetir durante dos años más para asegurarse una formación sólida.
Desde sus primeros contactos con el barro ya sabía que había llegado al sitio que buscaba. Recuerda que cuando tuvo la oportunidad de ver por primera vez cómo modelaban los alumnos sintió una sensación distinta a todo lo vivido hasta el momento. Era, según sus palabras, lo más grande que le estaba pasando en su vida.
Al segundo año de estar en la escuela tendrá la oportunidad de visitar al insigne imaginero cordobés D. Antonio Bernal Redondo, (Córdoba, 1957) – tío de su compañera Dª. Pepi García Bernal-. En ese momento, Bernal estaba tallando el rostro de una virgen, en un espacio atestado de instrumentos, herramientas, bocetos y otras obras en construcción. Fue consciente de que el oficio de escultor estaba muy vivo y sintió algo parecido a una revelación; así que cogió un puñadito de virutas desprendidas de ese rostro y las guardó en el bolsillo. Al llegar a casa se sentó en el sofá, y como en shock, le dijo a su madre que al fin se había encontrado a sí mismo.
En la Imaginería encontraría el artista la conjunción de todas sus pasiones: las técnicas escultóricas, las pictóricas y la temática propia de la Semana Santa.
De entre sus profesores de Córdoba destaca, por encima de otros, a la escultora Dª. Susana Gómez Lorenzo – discípula del prestigioso D. Francisco Buiza Fernández, (1922 – 1983) -, a quien, aparte de deberle el conocimiento de las técnicas escultóricas, le agradece no pocas lecciones de vida, su continuo apoyo y aliento y, sobre todo, que le facilitara todos los medios a su alcance para seguir persiguiendo la excelencia.
Además, como ya adelantábamos antes, compagina estos estudios con las colaboraciones que realizará después en el taller de D. Antonio Bernal Redondo. Éste, tras observar el talento, el convencimiento y la entrega de Sebastián, lo admite como discípulo en su taller durante seis años. Durante esta etapa, D. Sebastián Montes Carpio colabora, como es natural, en la ejecución e intervención de más de una decena de obras. Paralelamente a alguno de estos trabajos se encuentra también trabajando en la Escuela Taller Nuestra Señora de la Merced de la Diputación de Córdoba en la recuperación del retablo de la iglesia homónima, en 2006.
No olvida el artista todo lo aprendido también en el viaje de fin de curso de la escuela, donde pudieron pasar unos días conociendo las ciudades de Roma y Florencia. Confiesa que esta experiencia supuso una especie de curso intensivo en Historia del Arte Universal y la oportunidad de ver de cerca y en detalle las mejores piezas escultóricas. Absorbió tanto arte que llegó a sentirse como empachado, mareado, hasta el punto de necesitar sentarse para digerir todo aquello que, después de tanto tiempo viendo en los libros, por fin podía tener delante.
Recuerda una sensación concreta con Apolo y Dafne de D. Gian Lorenzo Bernini, (1598 – 1680), que no olvidaría nunca; o el Éxtasis de Santa Teresa, que encontraría casi por sorpresa y de lo que le llevó dos días recuperarse. Desde entonces uno de sus referentes de cabecera será D. Michelangelo Merisi da Caravaggio, (1571 – 1610), por su obvia maestría y por los volúmenes y claroscuros casi escultóricos que emplea en sus pinturas; ya que D. Sebastián es intenso, pasional y sensible hasta el extremo; con lo todo eso no podrá pasarle desapercibido.
Estaría formándose en Córdoba hasta 2004, cuando abrirá su propio taller, siempre en la misma ciudad. Empezó ubicándose primero en calle Alta de Santa Ana, para pasar después a calle Isabel II, calle Mancera y, finalmente, a la calle Alfonso XII, en el barrio de San Pedro donde, al cruzar el umbral, nos sumergimos en un mundo en que la sugestión y la belleza empiezan a penetrar de golpe a través de todos los sentidos. Allí le esperan los que ahora son sus alumnos y quién sabe si sus mejores discípulos. También recuerda la frase que a D. Francisco Buiza Fernández le decía su maestro: yo te he regalado el pan de tu vida, si quieres, compártelo.
El barrio en el que se ubica su taller es importante para él, una persona que se nutre de los detalles y estímulos que recibe constantemente y que da importancia al trato con las personas que lo habitan, como si se encontrara en un pequeño pueblo en cada caso. Nos confiesa que siente la vida como una realidad de esculturas en movimiento, todo está plagado de historias de las que muchas veces tiene sensación de ser único testigo. Sin embargo, una vez cruza la puerta de su taller, que considera su mundo, se aísla de todo para pasar largas jornadas, a veces sin ni siquiera ser consciente del paso de las horas.
Mirando hoy a su alrededor en su propio taller nos cuenta, con cierta gracia, cómo fue capaz de realizar su primera imagen sin apenas medios, sin la formación aún de sus maestros, sin los instrumentos necesarios para conseguir un trabajo impecable y, sin embargo, lo logró. Así cumple la promesa que un día se hizo de que su primera Imagen sería donada a quien la necesitara; en este caso sería la Imagen de María Santísima del Amor, titular de la Hermandad de San Juan Evangelista de Villa del Río, (2001). Dentro de la cabeza de la talla incorporó D. Sebastián las virutitas que había cogido del taller de D. Antonio Bernal Redondo, además de una carta donde volcó algunas reflexiones y deseos para que fueran leídos en el caso de restauraciones futuras.
Del taller de nuestro escultor han salido obras de arte para prácticamente toda la geografía española y también para fuera de nuestras fronteras. Entre las más destacadas encontramos las realizadas para la propia ciudad de Córdoba: Misterio de la Entrada Triunfal, (estrenándose las dos primeras Imágenes: San Juan Evangelista y una mujer hebrea, en 2007; una segunda mujer hebrea, en 2008; la Imagen del apóstol Santiago en 2009 y niña hebrea, en 2010; y completándose en 2011 con las figuras de San Pedro y un niño hebreo); y también Agonía de Córdoba, (compuesto por tres figuras: un centurión romano y dos romanos auxiliares, de 2008) – Misterio que resulta 3º, (quedando su maestro en primer lugar), entre las 152 obras que competían por el III Premio de Escultura Sacra de la prestigiosa página web sobre arte sacro La Hornacina, convocado a nivel nacional y elegido a través de los votos de los internautas en 2009 -. Él mismo lo describe como algo muy rompedor donde la teatralidad, el dinamismo y la expresividad de sus figuras, aun teniendo siempre a los grandes de referencia, se dirigía hacia otro tipo de puesta en escena, de rostros y de expresiones. Para las figuras que acompañan al Cristo se sirve de modelos naturales, de gente que había parado por la calle porque tenían el rostro más idóneo. Además, incorpora detalles concretos para resaltar el carácter de los personajes; afea los rasgos quitando ojos, dientes y añadiendo suciedad, sangre, piercings reales o cicatrices cosidas con hilo. Con todo ello consigue un efecto acorde con una nueva corriente estética y emocional del arte religioso.
Nuestro escultor ha realizado, además de las ya citadas, casi medio centenar de obras originales, tanto para instituciones como para particulares. Entre ellas figuran las siguientes: Nuestro Padre Jesús Cautivo para la Agrupación Musical del mismo nombre de Villa del Río, en 2003; un monumento en bronce en homenaje al fallecido empresario villarrense D. José Sánchez Pérez, en 2003; Nuestra Señora de los Dolores de la Hermandad de los Estudiantes de Villa del Río, en 2005; Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia para la Hermandad de los Dolores de El Carpio, (Córdoba), en 2005; realización de la primera fase del Misterio del Santísimo Cristo de la Humildad en su presentación al pueblo de Villa del Río compuesta por un soldado romano, en 2008; Misterio del Sagrado Descendimiento para la Semana Santa chiquita de Cabra, (Córdoba), en 2008; Cristo del Traslado al Sepulcro, en el cementerio de Villa del Río, 2008; Misterio para la Hermandad del Santísimo Cristo de la Columna de Baena, (Córdoba), que se compone de dos sayones en actitud de azotar al Señor de los Azotes, (de la escuela granadina, s. XVII), en 2009; Imagen de Juan de Rivas, paso de Colomera, en actitud de oración hacia Nuestra Señora de la Cabeza, Hermandad de la Cabeza de Baena, 2009; Nuestra Señora de los Dolores de Villa del Río, Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia de El Carpio, (Córdoba), Nuestra Señora de la Soledad y Siete Dolores, (Almería); Nuestra Señora de la Cabeza para la Hermandad homónima de Torredelcampo, (Jaén), en 2010; Claudia Prócula para la Hermandad de la Hulmildad de Villa del Río, en 2010; San Juan Evangelista para la Hermandad de los Estudiantes, Villa del Río, en 2010; Santa María Magdalena para la Hermandad de los Estudiantes, Villa del Río, en 2010; Nuestra Señora del Rosario de Fátima para la Delegación cordobesa del apostolado mundial de Fátima, Córdoba, en 2011; Cruz de Guía procesional para Hermandad Jesús Nazareno de Villa del Río, 2011; Simón el Cirineo para la Hermandad de Jesús Nazareno de Villa del Río, 2012; Nuestro Padre Jesús del Prendimiento para la Hermandad del Prendimiento de Sanlúcar de Barrameda, (Cádiz), en 2012; Nuestra Señora de los Desamparados, titular de la Hermandad del Prendimiento de Sanlúcar de Barrameda, (Cádiz), en 2014; Nuestra Señora de los Ángeles, Sanlúcar de Barrameda, en 2016; Nuestra Señora de las Nieves, para la Hermandad del Amor y Humildad de Sanlúcar de Barrameda, en 2016; Nuestra Señora de los Afligidos, parroquia de San Miguel Arcángel de Guadix, (Granada).
En la actualidad se encuentra inmerso en la ejecución de un proyecto de gran envergadura: un conjunto escultórico de talla completa con Virgen entronizada y Niño Jesús como primer sacerdote, encargo del Obispo de Guadix.
Una de sus últimas piezas ha sido la Virgen Dolorosa del santuario de San Francisco y San Antonio de Cava de Tirreni en Salerno, (Italia); siendo la primera vez que una de sus piezas no permanece en Andalucía. Debe asumir lo positivo de haber sido elegido para hacerla y lo negativo de no poder hacerle un seguimiento más continuo ni poder visitarla más a menudo a su santuario.
Nos explica un hábito que repite cada vez que finaliza alguna Imagen. Se sienta delante y permanece durante horas mirándola recordando, como si de una película se tratara, todos los pasos que ha ido superando hasta su finalización. También se despide de ella. Al fin y al cabo, han sido muchos meses de su vida y muchas horas dejadas en cada aspecto de su naturaleza modelando, tallando o policromando.
Paralelamente a su formación y a su actividad en el taller, el artista ha ido participando, además, en las siguientes muestras: Exposición colectiva de pintura del taller de Manuel Luna, en Sala de exposiciones Casa de la Cultura, Villa del Río, en 1997; Exposición individual de pintura en la Sala de exposiciones Casa de la Cultura, Villa del Río, en 1999; Exposición colectiva benéfica a favor de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Humildad, Villa del Río, en 2000; Exposición colectiva de alumnos de la Escuela de Arte y Oficios Mateo Inurria de Córdoba, en 2001; Exposición colectiva de pintores Pro – Restauración del Retablo de Nuestra Señora Virgen de la Estrella, Villa del Río, en 2001; Exposición, (imaginería) Patrimonio Artístico de las Cofradías Villarrenses, en 2004; III Certamen de Pasión en Villa del Río, (imaginería); III Exposición Nacional de Escultura Religiosa de Espartinas, (Sevilla), (imaginería), en 2004; Exposición benéfica de pintura y escultura a favor de la Hermandad de los Estudiantes de Villa del Río, en 2004; Exposición Imagineros de Andalucía en el Palacio del Conde Duque de Olivares, (Sevilla), en 2005; IV Edición de la Bienal de Escultura Religiosa de Espartinas, (Sevilla), en 2006; IV Muestra Bienal de Arte, Villa del Río, en 2009.
Ha realizado, asimismo, intervenciones en numerosas piezas de gran valor, entre las que destacan obras de los siglos XVII Y XVIII de autoría anónima, así como de grandes maestros como son D. Alonso Cano Almansa, (1601 – 1667), D. Pedro de Mena y Medrano, (1628 – 1688), o D. Francisco Salzillo y Alcaraz, (1707 – 1783), como apuntábamos al inicio de nuestro texto. Para ello, su principal criterio es respetar al máximo su factura original y al artista que la creó y recuperar su esplendor primitivo; dejando en segundo plano las sucesivas intervenciones que pudiera haber sufrido la pieza.
Algunos de sus proyectos de restauración, (que ya alcanzan los ochenta), son los que a continuación citamos: San Isidro Labrador de Villa del Río, 2000; Nuestra Señora de la Asunción de El Carpio, (Córdoba), (perteneciente a la escuela de D. Alonso Cano), 2004; Niño Jesús en actitud de bendición, del siglo XVIII, atribuida a D. Alonso Gómez de Sandoval, (1713 – 1801), en 2005; Nuestra Señora de la Soledad de Villa del Río, realizada por D. Juan Martínez Cerrillo, (1910 – 1989), en 2006; dos sayones de D. Francisco Salzillo y Alcaraz del s. XVIII de Cabra (Córdoba), en 2008; Dolorosa del siglo XVII atribuida al círculo de D. Pedro de Mena, para el Oratorio Privado de Barcelona, en 2009; Nuestra Señora de las Angustias, Imagen anónima del s. XVII, para la Hermandad de la Santa VeraCruz, Villa del Río, en 2009; Nuestro Padre Jesús Nazareno de Villa del Río y San Bartolomé Apóstol de Montoro, (Córdoba); ambas de D. Amadeo Ruiz Olmos, (1913 – 1993), 2010; Nuestra Señora del Mayor Dolor, de la escuela granadina atribuida a D. Pedro de Mena, en Rute, (Córdoba), en 2011; Cristo de la Salud de Guadalcázar, (Córdoba), escuela flamenca del s. XVI, en 2011; Nuestro Padre Jesús Nazareno, de D. Carlos Bravo Nogales, (1915 – 1985), en Jódar, (Jaén), en 2013; Cristo de los Favores, obra de D. Francisco Pinto Berraquero, (1924 – 2004), en Guadix, (Granada), en 2014; Nuestra Señora de los Dolores, de D. Torcuato Ruiz del Peral, (1708 – 1773), en Guadix, en 2015; San Antonio, de D. Antonio Castillo Ariza, (1912 – 1999), en Villanueva de Córdoba, en 2016; y Nuestra Señora de la Soledad, anónima del s. XIX, en Brenes, (Sevilla), en 2017.
D. Sebastián Montes Carpìo parece seguir creando con las palabras mientras habla de su trabajo. Explica que es una fuerza superior: Dios, quien otorga unos dones concretos con los que se tiene la capacidad de conmover a los demás; algo así como una magia necesaria, nos explica por qué el arte es tan necesario y vital en este mundo como el agua o el alimento. Es una manera de hacer la vida más bella a los otros. Lo siente un regalo y es una responsabilidad compartirlo.
Lógicamente ve una diferencia importante entre sus obras y las de otra naturaleza; porque son piezas que reciben culto, procesionan y son instrumentos que ayudan, soportes donde volcar el alma, los sentimientos o los miedos. Recuerda una de tantas vivencias: cómo una mujer llegó descalza al templo que albergaba una de sus obras, se arrodilló y depositó un ramo de flores ante la Virgen de las Nieves de Sanlúcar de Barrameda y comenzó a llorar. Después supo la razón: su marido, recientemente fallecido y miembro de la Hermandad, no había podido verla terminada y era una de las cosas que más hubiera deseado. Ese detalle, sin duda, marca una notoria diferencia.
Por todo lo anterior, pese a estar muy ocupado, no ha dudado el artista en contribuir con las causas benéficas o culturales en las que se le ha requerido colaboración; fundamentalmente en su pueblo natal. Allí mismo tiene, como es natural, sus lugares de inspiración. El escultor encuentra paz en el Humilladero, un enclave que visita siempre que puede, incluso de noche; para poder disfrutar también del fantástico cielo estrellado y de la gran cantidad de energía espiritual y reconfortante que emana de allí. También disfruta del río, el Guadalquivir, que une cuatro de sus principales puntos vitales: Villa del Río, Córdoba, Sevilla y Sanlúcar de Barrameda.
En conclusión, podemos decir de nuestro escultor que los grandes de la Imaginería del Arte Barroco español serán sus obligados referentes: los universales D. Juan Martínez Montañés, (1568 – 1649), D. Juan de Mesa y Velasco, (1583 – 1627), D. Francisco Antonio Ruiz Gijón, (1653 – 1720), Dª. Luisa Ignacia Roldán Villavicencio, (1652 – 1706), (conocida como La Roldana) y D. Francisco Salzillo y Alcaraz, (1707 – 1783), sin faltar las figuras del siglo XX como el citado D. Francisco Buiza Fernández, (1922 – 1983), D. Luis Ortega Bru, (1916 – 1982), D. Luis Álvarez Duarte, (nacido en 1949), su maestro D. Antonio Bernal Redondo o D. Francisco Romero Zafra, (La Victoria, Córdoba, 1956).
Por otro lado, sus profesores de la Escuela, sobre todo su maestra Dª. Susana Gómez Lorenzo; pondrían, como es natural, la base de su formación. Sin embargo, sus señas de identidad llevan ya años definidas: Un estilo que ya reconocible por su fuerza, su dinamismo y su frescura; donde los detalles cuentan historias y se hacen escuchar las actitudes, los contrastes, las sombras y los movimientos.
Es un profesional que está destacando, sobre todo, por desarrollar una de las mejores y más reconocidas técnicas de policromía de Imaginería religiosa de toda España que, lejos de parecer plana, realza y pone en valor los volúmenes. Esto, reconoce, lo deberá a su primera formación como pintor, lo que le ha permitido marcar una buena diferencia entre su labor artística y la del resto y que, sin duda, iniciaría en su lugar de nacimiento: Villa del Río.
Aquí ha vuelto, de manera temporal, ubicando su taller en la Calle Alta, siendo profesor de escultura para los cursos 2017 – 2018 y 2018 – 2019 en la Escuela municipal de Artes Plásticas.