El río Guadalquivir, – el gran río – alimenta un fértil valle; fuente y medio de vida de esta zona y vía de comunicación de pueblos, culturas y comercio. 

Roma disponía de una legislación importante sobre vías fluviales, tanto en lo referente al mantenimiento de los cauces, – realizando obras de ingeniería destinadas a fortificar las riberas en las partes más débiles y vedando edificaciones en dichos cauces -, como sobre la prohibición de tomar agua de los ríos abiertos al tráfico fluvial; de manera que mantenían estas vías fluviales en perfectas condiciones. Donde el trafico fluvial podría encontrar más problemas se crearon caminos de sirga para poder remolcar los barcos contracorriente. El trasporte fluvial era más rápido que el terrestre; y se podía trasladar mayor cantidad de mercancías, abaratando costes.

Para facilitar el transporte de barcos de poco calado en esta zona, que ya entonces era un área de importante producción agrícola en aceite y cereales; así como minera, tal como indican los vestigios de ánforas y monedas, que atestiguan la existencia de este importante comercio en la zona. 

Recordemos que el Baetis o Betis, como llamaban los romanos al Guadalquivir, se convirtió en la principal arteria comercial del sur peninsular; completado por una red terrestre paralela NE-SO: La Vía Augusta; y otra NO-SO: La Vía de la Plata, a la que le seguían un gran número de vías secundarias… Este río era navegable desde Sevilla a Córdoba y, estacionalmente, hasta Castulo, -Linares-, desde noviembre a mayo. 

Existía una Corporación de Barqueros que trabajaban en el río, y estaban encargados de la navegación en el Guadalquivir. Además, había responsables del mantenimiento de las orillas del río en cada localidad por donde pasaba éste. En las riberas se encontraban importantes talleres de cerámica, como el de Los Villares de Andújar; que producía terra sigillata hispánica de gran calidad. 

En la época medieval, el río Guadalquivir siguió teniendo mucha importancia. Los musulmanes lo llamaban Río Grande, y destacaron su belleza y la fertilidad que traía a sus tierras. Continuó el trasporte fluvial, como nos recuerda el geógrafo árabe Al – Idrisi en su Libro de Roger… 

A mitad del siglo XIV decae la navegación por el Guadalquivir, y se instalan molinos harineros y aceñas que impiden o dificultan el paso de las embarcaciones; pero que utilizan la fuerza motriz del agua para trasformar un cereal: el trigo; en un alimento de primera necesidad: la harina. También se utilizó más tarde como zona de baños, ocio y pesca…; además de servirse de él para la obtención de áridos usados en la constucción.

En nuestro escudo el Guadalquivir está representado por corriente de agua en ondas de azur y plata.