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MUSEO HISTÓRICO MUNICIPAL "CASA DE LAS CADENAS"

Situado en la calle Blas Infante nº 17 se encuentra este edificio de época barroca, reconstruido en el siglo XVIII. Dicho edificio, convertido más tarde en Centro Cultural, es un referente en cuanto a lugar de conservación de la cultura local, nacional e internacional.

El privilegio de cadenas”, al principio estuvo relacionado con los nobles más influyentes, pero con el tiempo los caballeros de la nobleza inferior consiguieron este título para sus casas solariegas obteniendo así, ciertos privilegios. La casa que poseía este privilegio “se rodeaba de cadenas”, que indicaba que si a ese lugar entrase un malhechor, este estaría provisionalmente a salvo. También se podía conseguir este privilegio porque los reyes se hubiesen alojado en la mansión del noble o personaje notable del lugar. Siendo propiedad esta Casa-Palacio de la familia Molleja- Salcedo, pernoctó allá por el año 1731 el infante Carlos, razón por la cual más tarde Felipe V le otorgó el privilegio de cadenas. La casa fue vivienda para un linaje poderoso e influyente de Villa del Río: “Los Molleja”, descendientes de Don Melchor Molleja, dueño de la casa en 1626. Después de 1786, esta casa pasó, por matrimonio a manos de Los Condes de Colchado hasta 1913.

Actualmente el Museo Histórico Municipal posee varias salas permanentes dedicadas a los pintores, Pedro Bueno, Blas Moyano y Ginés Liébana. Asimismo alberga la sala Beppo-Abdul en la que se exponen acuarelas y dibujos de este matrimonio anglo-tunecino, así como un dibujo de Modigliani.

También forma parte del Museo Histórico, la sala de arqueología con piezas de gran valor histórico.

La planta baja posee salas para exposiciones no permanente que presentan gran actividad durante todo el año.

La "Casa de las Cadenas" es la sede oficial de los certámenes "Premio Nacional de Pintura, Pedro Bueno" y "Premio Nacional de Pintura Contemporánea Manolete". Asimismo en este edificio se desarrolla la "Bienal de Arte de Villa del Río" como muestra de artes plásticas de artistas locales.

Horario: mañanas de 10.30 a 14:00 h de lunes a viernes, tardes martes, jueves y viernes de 17:00 a 20:00 h. Fines de semana y Festivos se puede visitar previa cita.

Teléfono: 957176767

MUSEO HISTÓRICO MUNICIPAL "CASA DE LAS CADENAS"

MUSEO MATÍAS PRATS

Villa del Río cuenta con un museo dedicado a uno de sus más célebres vecinos, el locutor Matías Prats Cañete, fallecido el 8 septiembre de 2004 . Ubicado en el pabellón deportivo cubierto que también lleva su nombre, recoge gran parte del legado profesional y humano que este poeta del micrófono, hijo predilecto de la localidad, dejó a su familia.

El museo ocupa una superficie de 200 metros cuadrados en la planta alta de entrada al pabellón, “aunque no descartamos la idea de aumentarlos en un futuro si contamos con un espacio mayor para exponer todos los fondos de nuestro paisano de una forma más ordenada”.

Consta de dos salas:

Sala 1, dedicada a archivo fotográfico, ilustrado con fotos particulares, familiares y con figuras destacadas de la época, todo ello se complementa con grabaciones y vídeos que toman aquí protagonismo, y nos ilustran sobre momentos estelares de la comunicación, sobre la importancia de la radio y la televisión en la historia de la comunicación de masas.

Sala 2, se exponen objetos personales donados por él, además de las distinciones y premios que fue recopilando a través de su brillante y dilatada carrera profesional, destacando los premios Ondas obtenidos.

El montaje del museo, que gira en torno a las transmisiones deportivas y taurinas, ha corrido a cargo de Rafael Martorell, comisario del centro cultural Casa de las Cadenas, y de María José Pérez. A la entrada destaca un gran busto del periodista realizado en bronce por García Rueda en el año 1996. También sobresale un recorrido audiovisual por los hitos deportivos y taurinos que retrasmitió, en el que no falta el mítico gol de Zarra en 1950.

Queda a la vista de los visitantes una nutrida representación de los premios que el periodista villarrense logró a lo largo de su vida, entre ellos, los cuatro premios Ondas, así como fotografías, libros, artículos y reportajes periodísticos. El acto de inauguración del museo comenzó en el salón de plenos del Ayuntamiento, con la presencia de la Corporación municipal y de su hijo, el periodista Matías Prats Luque. Entre el público se encontraba la viuda de este hombre de la radio, Emilia Luque, además hijos y nietos, así como numerosos vecinos de la localidad. Matías Prats Luque, a quien su padre dejó encargado este proyecto, dijo que “lo importante siempre es no perder nuestras raíces”. Tres de sus nietos, Matías, Ignacio y Matías, también profesionales de la comunicación, leyeron textos de tres periodistas y poetas muy próximos a su abuelo. El vídeo “Una voz para una vida”, que será uno de los habituales del museo, fue proyectado por vez primera.

El pabellón, inaugurado por el propio Matías Prats Cañete, fue construido en 1990, y desde esa fecha se iniciaron los trámites para dar forma al museo.

MUSEO MATÍAS PRATS

MUSEO TAURINO DE MANOLETE

El Museo de Manolete, se encuentra ubicado en la calle Federico García Lorca, 3 de Villa del Río. Se trata de una iniciativa privada, realizada por don  Francisco Laguna, a lo largo de su “corta y rica vida”. Y lo expreso así, con estas palabras, porque, ha tenido la suerte, de con tesón y amor por un arte y un artista particular, como fue Manolete, reunir el mejor y más completo archivo y museo existente en el mundo sobre la figura del Mito.

D. Francisco Laguna, nació en Écija el día 8 de Mayo de 1948, en el seno de la humilde familia, pero de la que heredó su afición a la Fiesta Grande, ya que será de la mano de su padre, del que recoja el relevo de la afición taurina.

En 1963 emigra a Barcelona, donde encontrará el trabajo perfecto para continuar y ampliar sus conocimientos y maravillosa afición.

La casa de Paco Laguna expone grandes fondos, de los que han salido unas quince obras literarias. Se trata de cien años de la historia de España a través de las corridas de toros.

Paco Laguna es la única persona en el mundo que ha sabido conservar con celo cualquier mínimo detalle de la figura de Manolete y el mundo de los toros en España, siendo su casa despierta al visitante una sensación especial, como si el propio Manolete estuviera presente y compartiendo esa experiencia de su historia con su propio espíritu.

Es algo sublime lo que el visitante puede sentir en este Museo Vivo de Manolete, que guarda la esencia de esta figura del toreo, con la que Paco Laguna se siente entusiasmado por el resultado final. Con orgullo nos muestra el pantalón de Guillermo, que se empapó de sangre de Manolete cuando fue cogido mortalmente en Linares. Su capote de paseo, sus zapatos, su mechero, el corbatín, su traje de luces, y decenas y decenas de recuerdos que, para un buen amante de la cultura deber ser una visita obligada.

Paco Laguna, que lleva toda su vida coleccionando detalles de Manolete, abre las puertas de su casa, que, en sus tres plantas, se ha quedado minúscula, aunque todo está encajado perfectamente en el espacio. Merece la pena descubrir este museo, que está ubicado en Villa del Río, el pueblo que “abre la puerta grande de Córdoba”. Aún hay más secretos que contar, pero es mejor verlo porque no hay palabras para expresar lo que el visitante se encuentra en un recorrido por esta vivienda.

Es una antigua casa de esta villa, colindante con la casa parroquial de la Inmaculada Concepción, se encuentra la Casa Museo Manolete, dotada de unos fondos pertenecientes a la historia del torero cordobés Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”, que la hacen única en el mundo, por la cantidad y variedad de los mismos.

Es escritor y biógrafo de Manolete, Paco Laguna, ha recopilado en su magistral obra “Tauromaquia de Manolete” –compuesta, en la actualidad por cinco volúmenes- una lujosa demostración de parte de los archivos que posee en las dependencias de su museo, que, además cuenta con un valioso archivo fotográfico, una colección de cartelería, una biblioteca y una pinacoteca, dedicada a la historia taurina apta para estudiosos e investigadores. Dentro de las diferentes actividades está la edición de libros y revistas taurinas, compuestos todos los trabajos única y exclusivamente con documentos y objetos pertenecientes a la Casa Museo.

Entre las obras editadas más destacadas, independientemente  de la “Tauromaquia de Manolete”, podemos citar la “Tauromaquia de Cañero”, “Lagartijo I Califa”, “Guerrita II Califa”, “Manolete III Califa”, “Granero en el recuerdo” e “Historia del trofeo Municipal Manolete”.

Las exposiciones itinerantes de sus fondos son otra de sus actividades, destacando la contratación por parte del Ayuntamiento de Córdoba, en el año 1997, para homenajear a Manolete, en el 50 aniversario de su muerte. Durante todo ese año se realizaron más de diez exposiciones de materiales diferentes, destacando “Todo Manolete”, de la que se editó un magnífico catálogo.

MUSEO TAURINO DE MANOLETE

Patrimonio monumental

Puente romano

Sobre el arroyo Salado.

Enclavado en un paraje natural entre flora ribereña y a la sombra de eucaliptos, este Puente Romano constituye un signo de identidad para el pueblo de Villa del Río por su valor arquitectónico, artístico, histórico, cultural y simbólico. Se sitúa en el límite entre las provincias de Córdoba y Jaén, por lo que el Puente Romano de Villa del Río puede identificare como la Puerta de Córdoba.  

Datado en el mandato del emperador Augusto, (27 a.C. – 14 d.C.), aunque algunos estudiosos lo sitúan en época republicana; representa un curioso ejemplo de arquitectura civil romana. Se trata de un puente cuya fábrica está realizada en piedra molinaza y cuyos sillares se encuentran almohadillados, indicativo del lujo y alta calidad de esta construcción, que lo diferencia de otros puentes que han sido reconstruidos porque estos últimos tienen sillares de caras planas.

Presenta cuatro arcos: Uno central, de mayor tamaño; dos arcos medianos, a ambos lados; y otro más pequeño en la parte oriental, así como dos aliviaderos entre los arcos medianos y el central. El arco que falta, documentado por varios indicios, fue destruido en algún momento de la historia, quedando cerrado ese espacio. Este monumento, declarado Bien de Interés Cultural en 1931, presenta tres recursos arquitectónicos inusuales en la historia de la construcción de puentes:

  • El engatillado de las dovelas, que presentan una pequeña muesca que evita cualquier posible movimiento a las piezas del arco.
  • El apoyo de los arcos medianos en el trasdós de los aliviaderos.
  • Invasión del arco central en los pilares internos de los arquillos de aligeramiento.

El Puente Romano de Villa del Río es, por tanto, un puente único, caracterizado por su belleza y firmeza, de apariencia ligera y proporcionada. Ha sido testigo de la historia de Villa del Río y de España, debido a su posición estratégica en una vía de comunicación de primer orden: la Vía Augusta, a su paso por la antigua ciudad romana de Ripa, en los alrededores de la actual Villa del Río.

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El Puente Romano está enclavado en un paraje natural entre flora ribereña y a la sombra de eucaliptos

Ayuntamiento

El edificio que alberga nuestro Ayuntamiento, es uno de los más emblemáticos y con más historia de nuestra localidad, siendo su arquitectura una bella mezcla de elementos arquitectónicos y formas decorativas de diferentes culturas.

Nos detendremos ahora, para realizar la valoración histórica del edificio, realizando un seguimiento cronológico. Hasta conseguir el aspecto que actualmente tiene éste recinto arquitectónico, pasó de ser un antiguo castillo arábigo del siglo XI, formado por dos torres, a saber, una a levante y otra a poniente, que se unían al norte y sur por los lienzos de la muralla, delimitando el espacio interior que corresponde al patio de armas. Fue conquistado posteriormente por el rey Fernando III el santo entre 1235-1236, y adjudicado con sus tierras antiguas a don Fernán Ruiz de Aguayo, Señor del Valle Iguña, por su ayuda en la empresa de la Reconquista. Posteriormente, dicho señorío de Aguayo, donó la torre de poniente en 1424, para realizar la primera parroquia del lugar. Es en 1530, cuando se cede toda la superficie de dicho castillo para albergar la parroquia de la localidad, que ya contaba con un mayor número de población.

Aunque no será hasta 1537 cuando se utilice como parroquia este edificio bajo la diócesis de don Leopoldo de Austria.

A partir de 1914, pasa de ser la jurisdicción eclesiástica a propiedad del Ayuntamiento siendo mercado de abastos a partir de 1915 llamado mercado de San Pedro.

Posteriormente fue restaurado y a partir de 1986, fue inaugurado como Casa Consistorial, alojando desde entonces las dependencias del Ayuntamiento, recordándonos sólo su antigua función de fortaleza, la visión de los dos torreones que franquean el edificio.

De la torre occidental, lo más importante es la portada gótica con arco apuntado con dovelas, que arrancan de molduras góticas.

La torre de occidente está realizada por cuatro muros, siendo de piedra molasa y de forma rectangular de gran belleza también su interior, siendo cubierto de bóvedas vahídas de rosca, apoyadas directamente en los muros. En un extremo, hay una escalera de piedra con bóveda de cañón de ladrillo para llegar a la primera planta.

La portada principal del edificio es gótica con decoración cardina y arco de medio punto con molduras, y en la parte posterior una laurea renacentista con el escudo de armas del obispo fray Juan Álvarez de Toledo.

ANTIGUO AYUNTAMIENTO

Construida en el siglo XVIII, es otra de las casas de noble fachada, aunque sencilla por otra parte. Realizada la decoración del edificio en piedra molasa de la zona, cuenta con un esquema con dos cuerpos adintelados, apareciendo con valor decorativo, varios balcones de sencillo herraje, contando en la parte superior con una inscripción alusiva a Carlos III en el dintel central del balcón.

Ayuntamiento

ACEÑAS ÁRABES SIGLO X

Constructivamente pertenecen a época árabe, siendo bañadas a orillas del río Guadalquivir, en la parte Noroeste de nuestra villa. Es un bello y magnífico ejemplo de arquitectura de dicha época. La palabra “aceña” procede del árabe As- Seniya que significa “la que eleva” el agua, la rueda hidráulica, que procede a su vez del verbo aná “regar”. La función de dichas aceñas era la de molino harinero, que necesitaba de la fuerza motriz, de la corriente de agua, para moler el grano, por ésta causa se situaba en el cauce del río, en éste caso el Guadalquivir. Esta pequeña joya de la arquitectura funcional árabe, está construida, de sillares de piedra roja molinaza, guardando una forma circular, para soportar el empuje de la corriente.

ACEÑAS ÁRABES SIGLO X

PARROQUIA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

Próxima al Ayuntamiento, asoma a la calle central la parroquia de la Inmaculada Concepción, construida en 1907, de estilo neohistórico.

Su estructura consiste en tres amplias naves construidas a base de piedra molinaza y ladrillo, con fachada rojiza rica en elementos decorativos de evocación medieval, donde se encuentra la entrada principal sobre la que se alza la torre. Presenta accesos laterales al templo y, en su parte posterior, pueden apreciarse los arranques de todos los arcos.

En su interior se aprecia mucho mejor su estructura de tres naves abovedadas, separadas por arcos de medio punto apoyados sobre columnas adosadas.

El retablo principal está realizado por D. Antonio Povedano Bermúdez, (1918 – 2008), en técnica de mosaico y refleja el día de Pentecostés, estando ausente la imagen del Espíritu Santo. En el centro reluce la escultura de la Inmaculada Concepción, titular del templo.

El altar de la nave izquierda, el Retablo del Sagrario, data del siglo XVIII. La Custodia Procesional es de D. Damián de Castro, (1716 – 1793), del mismo siglo y, tanto la imaginería como la pintura son de D. Juan Martínez Cerrillo, (1910 – 1989), D. Miguel Ángel González Jurado, (nacido en 1965), D. Manuel Serquella, D. Blas Moyano Rosauro y D. Rufino Martos.

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PARROQUIA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN 1

Ermita de la Virgen de la Estrella

Templo dedicado a la Patrona de Villa del Río, en un bello paraje rodeado de olivar elevado sobre el núcleo urbano donde, según la tradición, la Virgen se apareció a unos segadores que se hallaban realizando sus tareas agrícolas.

Construida en el año 1520 y reconstruida en el siglo XVIII con donaciones de los vecinos de la localidad, presenta una arquitectura sencilla, de una sola nave, con portada dieciochesca de decoración geométrica, sobre la que se encuentra una espadaña de dos cuerpos.

En su interior, la nave abovedada termina en cabecera con cúpula. El retablo mayor es de orden clásico aunque, en su parte superior, se conservan restos del antiguo, destruido durante la Guerra Civil, (17 de julio de 1936 – 1 de abril de 1939). La decoración de la cabecera, al igual que el camarín, consiste en sencillas molduras barrocas en tonos dorados. Los retablos del muro del evangelio son neobarrocos.

La imagen existente de Nuestra Señora de la Virgen de la Estella Coronada, objeto de veneración en Villa del Río, es del siglo XX. Fue encargada po el párroco D. Miguel Sánchez Fernández al escultor D. Juan Martínez Cerrillo, bendecida el 7 de septiembre de 1940 y coronada canónicamente en 1995. La talla original, una joya de arte gótico datada en 1760, desapareció o fue destruida.

En el año 2003, previa autorización del Obispado, se desarrolló un proyecto de recuperación del Retablo Mayor de la Ermita por parte del taller Monseñor Castillejo Gorraiz, dirigido por D. Rafael Valverde, para recobrar su estado dieciochesco primitivo.

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El templo presenta una arquitectura sencilla, de una sola nave, con portada dieciochesca de decoración geométrica y espadaña

FUENTE ROMANA

LAS VILLAS ROMANAS

Se entiende por villa romana las viviendas rurales edificadas al servicio de las labores agrícolas durante la Antigua Roma, se convirtieron en un componente esencial de la economía. El sistema de villas comienza a proyectarse puntualmente en el valle del Guadalquivir hacia el siglo I a.C., siendo en el s. II d.C. cuando asistamos a la progresiva difusión de las villas debido a la intensificación del proceso de urbanización, hasta acabar tomando definitivamente posesión de la Bética.

En su origen, la casa se ordenaba en torno al atrium, un gran patio central con una apertura rectangular en el techo llamado compluvium, por donde entraba la luz, el aire y el agua de lluvia que se recogía en un pequeño estanque central llamado impluvium. Este atrio desaparecerá en el siglo II d. C. siendo sustituido por el peristilo, un patio más amplio, rodeado por un pórtico con columnas que podía contar con un estanque central y espacios ajardinados.

EL AGUA Y EL MOSAICO

La presencia del agua en la villa se encuentra en lugares abiertos, como peristilos y atrios, o en las estancias internas de la casa: cocinas, aseos… distinguiendo así dos tipos de usos del agua: el agua útil, y el agua de los placeres. Esta última es el agua refinada, señal de progreso y civilización, que los potentados empleaban para crear ambientes y ornamentaciones con las que decorar sus mansiones.

 Etimológicamente la palabra mosaico deriva de mousaes, que en griego quiere decir "musa", quizá porque antiguamente se consideraba que un arte tan sublime solo podía estar realizado por artistas inspirados por ellas. Se trata de una técnica decorativa en la que se emplean unas pequeñas piezas cúbicas llamadas teselas, hechas de rocas calcáreas, cerámicas, o material de vidrio y viene conformada por varios estratos, perfectamente visibles en la fuente: el tessellarius, el alletamento, el nucleus y el rudus.

Los mosaicos de las villas romanas constituían una expresión de poder, un reflejo de la posición social y de la fortuna económica del propietario, estaba considerado un objeto de lujo al que no todos podían acceder. A través de ellos quedaban reflejadas las formas de vida, las costumbres, los conocimientos culturales y el nivel económico de la sociedad que representaban. Durante los dos primeros siglos imperiales predominó en Hispania el mosaico en blanco y negro, siendo en los comienzos del siglo III cuando empiezan a introducirse algunos colores, con una temática muy variada y extensa.

LA DECORACIÓN

La fuente presenta una muy cuidada decoración que nos puede hablar de la familia y el entorno a los que podía pertenecer. Se compone de los siguientes elementos:

OSCILLA

El oscillum (oscilla en plural) es el elemento principal y más singular. Eran unos elementos ornamentales muy habituales en los jardines romanos, hechos en piedra o

cerámica, realizados en forma de pelta y decorados generalmente con motivos relacionados con Baco. Estos ornamentos colgaban de las casas como ofrendas a diversas divinidades durante ciertos festivales. Su nombre proviene del balanceo de los oscilla al ser movidos por el viento.

HOJAS DE HIEDRA

En los otros dos alzados restantes, entre los arcos descansan hojas de hiedra formadas por teselas ocres. Este es un recurso iconográfico muy común en los mosaicos romanos en cuanto a representación vegetal se refiere.

ARCADAS

Los motivos anteriores vienen enmarcados por unas arcadas de teselas rojas y unas ramas vegetales a modo de columnas. Con ello, se podría entender que el a brotar por el orificio central.

CÍRCULOS CONCÉNTRICOS

En el fondo de la fuente se encuentra la decoración geométrica. Está formada por una serie de circunferencias tangentes de color verde con fondo blanco, y con una circunferencia dentada y concéntrica en su interior. Aunque se desconoce su significado, podría tratarse de una alusión a un sistema de ruedas dentadas que formasen parte de un artilugio para subir el agua hasta las instalaciones de la villa y de la propia fuente, haciéndola brotar por el orificio central.

LA RESTAURACIÓN

La fuente fue restaurada entre junio y agosto de 2017 por Francisco Gabriel Bejarano, conservador-restaurador de Bienes Culturales. Su estado de conservación inicial era delicado: además de la suciedad propia de un bien arqueológico recién extraído, se encontraban estratos del mosaico separados entre sí, falta de adhesión y desprendimientos de numerosas teselas. La intervención siguió las siguientes fases:

PRELIMPIEZA

En esta primera fase consiste en la eliminación mecánica de la suciedad más superficial, formada por concreciones terrosas y de arcillas que recubren prácticamente toda la superficie del objeto.

CONSOLIDACIÓN

La fuente presentaba en un inicio separaciones puntales entre los estratos del mosaico. Esta patología fue tratada mediante una consolidación a base de ligantes hidráulicos exentos de sales y mezclados con áridos seleccionados. Su aplicación se realizó mediante inyección empleando previamente un vehículo para facilitar su penetración entre los estratos a base de alcoholes.

REINTEGRACIÓN

Tras la perimetral de seguridad ya citada, se procedió a la reintegración volumétrica de las lagunas. Se rellenó el faltante con mortero de cal y arena, grueso para el relleno de los faltantes de nucleus, y fino para los faltantes del alletamento.

En esta fase se fijaron además las teselas en riesgo de pérdida y aquellas desprendidas al inicio y durante la intervención.

PROTECCIÓN PERIMETRAL

Se trata de una protección de los bordes del mosaico y sus lagunas, para evitar desprendimientos de teselas en esas zonas de alto riesgo de desprendimiento. Se realiza a base de mortero de cal fino.

LIMPIEZA

En esta fase se eliminan de una forma mucho más depurada los restos de tierra y arcillas, tanto de la superficie de las teselas como de las juntas. La primera parte de la limpieza se realiza a base de bisturí y el uso de alcoholes y agua desmineralizada para facilitar la remoción de las incrustaciones de mayor tamaño. Tras ello, se depuró la limpieza con el uso de vapor de agua con presión controlada.

PROTECCIÓN

Como protección se aplicó una resina acrílica específica a baja concentración a toda la superficie del mosaico.

Se realizó una limpieza del metal para rebajar los óxidos y carbonatos de plomo mediante un agente quelante, protegiéndolo de los agentes ambientales con una resina acrílica específica posteriormente.

CAPILLA DE SAN ROQUE Y NTRO. PADRE JESÚS NAZARENO

La ermita de San Roque o como en la actualidad se llama, ermita de Nuestro Padre Jesús Nazareno, fue construida por Amadeo Ruiz Olmos con ayuda de Manuel Luque Bonillo. Está situada en una de las calles céntricas de la localidad, la calle Alta. La ermita fue construida con anterioridad al siglo XVII, es de estilo neoclásico con fachada enjalbegada de cal blanca.

Su construcción es de tapial y mezcla de ladrillos y piedra. Mide veinte metros de largo por siete de ancho. Su bóveda es de ladrillo. Tiene una pequeña torre redonda con tres campanas todas chicas. Es un templo sencillo de nave única abovedada y cabecera cuadrada con cúpula, con una decoración muy sencilla, de pilastras y arcos de medio punto, adosados al muro.

El presbiterio se halla separado del resto de la Iglesia solamente por una pequeña grada. Tiene un coro alto al final de la nave y frente al altar mayor con una celosía baja. En la puerta de entrada hay una pilita para agua bendita, que es de mármol blanco.

Su titular se encuentra en la cabecera, en un camarín abierto con forma de arco de medio punto, estando a cada uno de los lados, las imágenes de la Divina Pastora (titular del convento) y San Francisco de Asís, por ser la congregación de las Franciscanas de la Divina Pastora.

La causa de llamar a esta capilla de Jesús Nazareno se debe a que en el siglo XVIII, en la época en que el país es asolado por las pestes, epidemias, etc., por culpa del hambre, el Vicario Don Luis Pérez Ponce acomete la restauración de la ermita de San Roque con la ayuda de todo el vecindario.

Hace traer de Granada, una imagen de Jesús que coloca en el altar mayor, con lo que el titular, hasta ese momento San Roque, pierde su patronazgo y es así como empieza a llamarse de Jesús Nazareno. A partir de este momento, se van realizando restauraciones hasta la actual capilla. Anteriormente, tenía siete altares: el mayor situado al principio de la nave, construido de material y erigido en honor de Nuestro Padre Jesús, cuya efigie era de madera tallada.

CAPILLA DE SAN ROQUE Y NTRO. PADRE JESÚS NAZARENO

Rincones singulares

CASAS SEÑORIALES

En la localidad de Villa del Río existe gran número de casas señoriales y solariegas, grandes edificios antiguos donde residían familias nobles. Construidas entre los siglos XVII-XIX, están repartidas en las calles principales del pueblo.

Destacan por haber habitado en ellas familias de renombre así como por la utilización de elementos arquitectónicos como frontones y blasones. Algunas de ellas han sido restauradas mientras que otras conservan sus singulares portadas.

Una de ellas es la Casa de las Cadenas de Villa del Río. Convertida en la actualidad en Museo Histórico Municipal, desempeña una auténtica función cultural.

En nuestra localidad existen un gran número de estas casas señoriales, aunque personalmente prefiero denominarlas con el nombre de solariegas (que viene a significar la casa más antigua y noble de una familia).

De estas casas señoriales, hay que decir que se erigen entre los siglos XVII-XIX, en las principales calles de nuestra localidad.

ANTIGUA CASA CAPITULAR

Construida en el siglo XVIII, en la plaza de la constitución nº 6, es otra de las casas de noble fachada, aunque sencilla por otra parte. Realizada la decoración del edificio en piedra molasa de la zona, cuenta con un esquema con dos cuerpos adintelados, apareciendo con valor decorativo, varios balcones de sencillo herraje, contando en la parte superior con una inscripción alusiva a Carlos III en el dintel central del balcón.

Quizás estas casas señoriales sean las más importantes en cuanto a arquitectura y valores decorativos, aunque contamos con otros edificios de estas características, que también merecen una mención especial. Su arquitecto fue Ventura Rodríguez.

CASA DE LOS GOMEZ CRIADO

Localizada en la Plaza de la Constitución, nº 3, es una muestra muy importante de esta arquitectura popular de nuestra localidad en el siglo XIX. Apenas sin elementos decorativos, su belleza estriba en la sencillez de sus muros encalados, siendo lo más representativo en cuanto a decoración sus retorcidos herrajes.

CASA DE LAS CADENAS

Situada en la calle Blas Infante, 13 , se encuentra este edificio de época barroca, reconstruido en el siglo XVIII.

Varios son los rasgos distintivos de este peculiar lugar que dinamiza la cultura de la localidad cordobesa de Villa del Río, como su transformación desde casa-palacio a residencia familiar, distribución y elementos arquitectónicos.

“El privilegio de cadenas”, al principio estuvo relacionado con los nobles más influyentes, pero con el tiempo los caballeros de la nobleza inferior consiguieron este título para sus casas solariegas obteniendo así, ciertos privilegios.

La casa que poseía este privilegio “se rodeaba de cadenas”, que indicaban que si a ese lugar entrase un malhechor, este estaría provisionalmente a salvo.

También se podía conseguir este privilegio porque los reyes se hubiesen alojado en la mansión del noble o personaje notable del lugar.

Siendo propiedad esta Casa-Palacio de la familia Molleja-Salcedo, pernoctó allá por el año 1731 el infante Carlos, razón por la cual más tarde Felipe V le otorgó el privilegio de cadenas.

La casa fue vivienda para un linaje poderoso e influyente de Villa del Río, “Los Molleja”, descendientes de Don Melchor Molleja, dueño de la casa en 1626. Después de 1786, esta casa pasó por matrimonio, a manos de Los Condes de Corchado hasta 1913.

Destaca en su portada barroca el empleo de la piedra molinaza además formada por dintel  partido, con dos plintos a los lados rematados con bola. Sobre ellos encontramos dos escudos nobiliarios: El blasón situado a la derecha, el Escudo Real de España Simplificado, y el blasón de la izquierda, es el de Armas personales de D. Alonso Baltasar Molleja Salcedo.

En el patio interior se localiza un pozo con una inscripción situado en la parte superior del mismo: “SE HIZO ESTA OBRA ADI 1770”. Esta fecha también queda reflejada en el muro exterior occidental de la casa, fecha de una de las restauraciones.

CASA DE LOS CRIADO DE SOTOMAYOR

El edificio en cuestión está situado en casco antiguo de la localidad, en la calle Pablo Picasso, nº 10, junto a la plaza de la Constitución, en la cual se encuentra la casa Consistorial.

Está protegido por las Normas Subsidiarias de Planteamiento Municipal de Villa del Río, aprobadas definitivamente por la Consejería de Política Territorial e Infraestructuras.

Dicha casa es propiedad de la familia Criado Sotomayor, la construcción es de los años 20 o 30 del siglo XX, muy reformada por dentro y mantiene dos escudos en la portada, éstos de época anterior, siglo XVIII. El jardín estaba formado por dos patios de diferentes alturas. El primero más cercano a la vivienda estaba más bajo y presentaba un corredor adosado al cuerpo principal de la casa. En el centro tenía una fuente de taza pequeña dentro de un estanque cuadrado, algún naranjo y dos ejemplares de palmera canaria de unos 70 u 80 años de antigüedad. El jardín superior más moderno, de unos 50 años aproximadamente estaba formado por arriates delimitados con bordillos de ladrillo y grandes cipreses que bien podrían ser restos de antiguos setos abandonados. Al frente según se accede al patio superior se conservaba un pequeño pabellón abandonado con entrada de estilo neomudéjar.

La fachada se articula de manera asimétrica con 4 vanos en la planta baja, y sus correspondientes en el piso superior. Y todo ello rematado en la parte superior por una cornisa corrida, y un zócalo en la inferior, actualmente todo encalado, a excepción de los escudos.

Actualmente esta casa es propiedad de Cajasur, el ayuntamiento se encuentra en negociaciones con dicha entidad para poder hacer uso de ella y destinarla a fines culturales, aunque hasta la fecha no se ha conseguido nada.

CASA DEL VICARIO

Se eleva en la Plaza de la Constitución, nº2, frente al Ayuntamiento. Se puede apreciar el esquema tan interesante y novedoso de arquitectura popular, teniendo un balcón central en el que aparece un frontón en piedra molasa, y otro original balcón en esquina, con columna de sostén y con herrajes curvos. Esta bella casa se levantó en el siglo XVIII, en nuestro pueblo.

CASA FAMILIA CASTRO GONZALBEZ

Ubicada en la calle Pablo Picasso,1. Es del siglo XIX, de arquitectura popular.

CASA FAMILIA CRIADO

Situada en la calle Blas Infante nº 16. Data del siglo XIX y es de arquitectura popular de la zona.

CASA FAMILIA GARCÍA DE VINUESA

Situada en la calle Pablo Picasso, 5. Es de arquitectura popular, y data del siglo XX.

CASA FAMILIA GARCÍA

Esta casa fue construida en el siglo XX, exactamente en el año 1907. Es de arquitectura popular de la zona. No tenemos conocimiento de quien fue su arquitecto.

CASA FAMILIA MUELA

Situada en la calle Blas Infante, 25-27. Es de finales del siglo XIX de arquitectura popular.

CASA FAMILIA MUÑOZ

En la calle Pablo Picasso, 35. Es de arquitectura barroca , del siglo XVIII.

CASA FAMILIA RELAÑO

Se encuentra cerca de la Cruz de los mocitos, en la calle Eduardo Lope, 19. Fue construida en el siglo XIX, más concretamente en el año 1890. Es de arquitectura neoclásica.

CASA SEBASTIAN GARCÍA

Se sitúa en la calle Pablo Picasso, 7. Es del siglo XX, de historicismo ecléctico.

CASA PALACIO DE LOS MARQUESES DE MONTERREAL

Construida en el siglo XIX y ubicada en la calle Alta,nº 38, cabe destacar su portada de orden neoclásico.

CASA PALACIO DEL MARQUÉS DE CASTILLO DEL VALLE DE SIDUEÑA

Paseando por la actual calle Pablo Picasso, exactamente en el número 22, nos encontramos este bello ejemplo de casa señorial, construida a principios del silgo XIX, finalizada en el año 1817, siendo uno de los vestigios más importantes de esta arquitectura local.

Esta casa pertenecía a Marqués de Blancohermoso y Vizconde de los Llanos. De este conjunto arquitectónico lo que más destaca  es su portada de estilo clásico.

En su fachada, lo más característico es la armonía de su ornamentación, distribuyéndose ventanas en el piso inferior y balcones en el superior.

De su portada hay que destacar los dos cuerpos diferenciados por el conjunto de molduras, que separan la parte inferior y la superior, en el que en primer orden aparece el amplio balcón.

La puerta de entrada al edificio se remata con un arco de medio punto apareciendo ésta flanqueada por dobles columnas toscanas sobre un pódium.

Sobre las molduras anteriormente citadas nos podemos encontrar, el entablamiento en el que se alternan los triglifos y metopas, que se apoyan sobre las citadas columnas.

El conjunto de la portada, terminada con un frontón triangular, ornamentado por dos pináculos a su extremo.

CASA DE ANA TAPIA- GAYA

Esta casa se sitúa en la calle Juan de la Cruz Criado, es del siglo XX, de arquitectura popular.

CASA FAMILIA CASTRO TORRALBA

Se encuentra en la calle Nueva, 11. Es de arquitectura popular, la construcción es de finales del siglo XIX.

CASA FAMILIA MOLLEJA (CORBELLINI)

Se encuentra ubicada en la plaza de la constitución, exactamente en el nº 4. Es de arquitectura popular y data del siglo XIX.

CASA JUAN CLAUDIO MUÑOZ COBO

Ubicada en la calle Blas Infante haciendo esquina con la calle Guadalquivir. Es del siglo XVIII y fue reconstruida en el siglo XX. De esta casa se conserva en su fachada los dos escudos de estilo Rococó de la primera mitad del siglo XVIII. Destaca también su estilo barroco, perteneciente a la Edad Moderna.

Actualmente en esta casa se ubican las oficinas del Banco Cajasur.

CASA LOPEZ-GAYA

Ubicada en la calle Alta, nº 44. Es de finales del siglo XIX, de historicismo ecléctico. Su arquitectura fue atribuida a Adolfo de Castiñeyra y Boloix.

CASA SEÑORIAL, Calle juan de la cruz 16 ( PAPELERIA CRESCENCIO)

Se sitúa en la calle Juan de la Cruz Criado, 17. Data del siglo XIX, año 1857.

CASA DEL ANTIGUO BANESTO

Se sitúa en la calle Alta, hoy día son las oficinas del Banco Santander. Es del siglo XX, de historicismo ecléctico o regionalismo andaluz.

CASA FAMILIA BORREGO

Situada también en la calle Juan de la Cruz Criado, en el nº 19. Es del siglo XIX, exactamente del año 1840, y es de arquitectura popular.

CASA FAMILIA COLETO

Se encuentra en la calle Alta, 75. Es de finales del siglo XIX, de arquitectura popular.

CASA FAMILIA SÁNCHEZ

En la calle Alta, nº 77, nos encontramos con esta casa de finales del siglo XIX, de arquitectura popular, en piedra molinaza.

CASA FAMILIA GAYA-ESPEJO

Se ubica en la calle Juan de la Cruz Criado, 4, es de finales del siglo XIX y es de arquitectura popular.

Hoy pertenece a la familia Torralba Lopez Obrero.

CASA FAMILIA PEÑALVER

Casa de arquitectura barroca del siglo XVIII, ubicada en la calle Hierro, 12 y 15.

TERCIA DECIMAL DE GRANO Y ACEITE

Ubicada en la calle Guadalquivir, 13. Es del siglo XIX, más concretamente del año 1802. Presenta gran interés debido a la conservación de dos lápidas con inscripciones a ambos lados de la portada, a la izquierda aparece "TERCIA DECIMAL DE GRANO Y ACEITE"; en el lado derecho " SE HIZO POR EL MAESTRO PEDRO AGUDO. AÑO DE 1802" que hacen referencia tanto al autor de la tercia como a la fecha de fundación, considerada de las más tardías que hasta el momento se ha encontrado en la provincia. Toda la fachada aparece encalada y conserva la arandela para sujetar caballerías.

ANTIGUA CASA CAPITULAR

CASA DE LOS GOMEZ CRIADO

CASA DE LAS CADENAS

CASA DE LOS CRIADO DE SOTOMAYOR

CASA DEL VICARIO

CASA FAMILIA CASTRO GONZALBEZ

CASA FAMILIA CRIADO

CASA FAMILIA GARCÍA DE VINUESA

CASA FAMILIA GARCÍA

CASA FAMILIA MUELA

CASA FAMILIA MUÑOZ

CASA FAMILIA RELAÑO

CASA SEBASTIAN GARCÍA

CASA PALACIO DE LOS MARQUESES DE MONTERREAL

CASA PALACIO DEL MARQUÉS DE CASTILLO DEL VALLE DE SIDUEÑA

CASA DE ANA TAPIA- GAYA

CASA FAMILIA CASTRO TORRALBA

CASA FAMILIA MOLLEJA

CASA JUAN CLAUDIO MUÑOZ COBO

CASA LOPEZ-GAYA

CASA SEÑORIAL ( PAPELERIA CRESCENCIO)

CASA DEL ANTIGUO BANESTO

CASA FAMILIA BORREGO

CASA FAMILIA COLETO

CASA FAMILIA SÁNCHEZ

CASA FAMILIA GAYA-ESPEJO

CASA FAMILIA PEÑALVER

TERCIA DECIMAL DE GRANO Y ACEITE

Puente de Hierro

Este puente está situado sobre el río Guadalquivir, en la C-420, en Villa del Río. Fue contruido a principios de siglo para salvar el paso sobre el río Guadalquivir, que hasta esa fecha se realizaba a través de una barca con barquero. Fue dinamitado a fines del año 1936, en plena Guerra Civil y reconstruido después de la guerra en 1942. Se trata de un puente carretero metálico de tipo arco compuesto por tres tramos de vigas parabólicas “Bow-string” con celosías dobles sobre ladrillo y boquilla de sillería sobre pilas ataluzadas de mampostería. Ocho vanos. Luz libre de 48 metros, con una longitud total de 195 metros. La anchura del tablero es de 8,3 metros. El espesor de las pilas es de 11,35 metros. Y la altura máxima rasante es de 14,45 metros. La construcción fue subastada en 1899. Construido en 1903. Es de titularidad Pública y su proyectista fue A. López Bermúdez.

Puente de hierro

La Cruz de los Mocitos

(Rafael Moreno Baldomero)

Fuente: Revista de Feria de 1996

En la Biblioteca Municipal existe un libro de D. Rafael Beao titulado Sociología del Islam y Filosofía de sus enseñanzas y, en su interior, una serie de hojas manuscritas que contienen diferentes historias o leyendas, cuya diferencia no está muy clara en lo referente a Villa del Río.

Dichas hojas, además de la leyenda del Árbol del Amor, contienen esta otra, sin nombre en el original, que se refiere a esta plaza. Dice así, una vez transcrita al actual castellano.

"Corría el año de gracia de mil y quinientos y cuarenta y ocho y yo vivía en esta Aldea del Río, en la calle tinte, con mis padres, Esteban y Julia, y mis hermanos Manuel Hipólito y Julia.

Mi padre, que procedía de un pueblecito de Logroño de la comarca de Cameros, tenía, de ello vivíamos, una bodega y taberna que despachaba vinos manchegos con el nombre de riojas por aquello de que mi abuelo era de allí y había venido hasta estos lugares tan lejanos enrolado en una gleba de soldados reales que acá pernoctó una noche de julio del año 1495 y aquí conoció a la que después sería mi abuela Antonia y por estos lares se quedó pues en su lugar nada lo retenía al no tener nada ya que era un simple pegujalero. Desde entonces nos conocen con el nombre de "los maños". Yo no llegué a conocer a mi abuelo, pero dice mi padre, yo no me lo creo, que el grupo de soldados con el que vino fue el que escoltó a la imagen de la Virgen que encontraron en el coto de Monterreal y que llamaron la Estrella.

En aquel tiempo al que me refiero era yo niño de nueve o diez años y ayudaba a mi padre en atender a los parroquianos que venían a nuestra taberna. Han pasado casi setenta años, pero aún lo recuerdo todo perfectamente con la memoria que da la mucha edad para los hechos pasados.

Aislada al final del pueblo existía una ruinosa y abandonada casa que nadie recordaba por quién había ido habitada pero que lo tuvo que ser por persona acaudalada y muy principal, a la vista de los restos que quedaban. Allí íbamos los niños del lugar y aquella ruina nos servía para nuestros juegos y guerrillas. No nos podíamos imaginar lo que iba a ocurrir en aquel lugar ni el secreto que aquella desolada casa ocultaba.

El caso fue que con motivo de que el pueblo iba ensanchando hubo que asolar aquella ruina para labrar nuevos edificios y al derribar los albañiles uno de los muros que quedaban en pie observaron que parte de él aparecía hueco como si allí hubiera existido una a modo de puerta, pues tenía un dintel, ya que más tarde hubiera sido tapiada. Pero su grande sorpresa fue cuando al descubrirla completamente encontraron en el vano oculto dos esqueletos de pie y en una de las paredes una tosca cruz grabada y fabricada con mucha rudeza como con instrumento muy primitivo.

La voz del hallazgo corrió por todo el pueblo que acudió presuroso a contemplar tamaño fenómeno. Llegaron autoridades acompañados de alguaciles que ordenaron retirar aquellos restos que, todos pudimos comprobar, pertenecían a dos niños de unos diez o doce años y que la cruz que allí se encontró parecía haber sido hecha con las uñas por aquellos infelices que dieron testimonio de esta manera de su fe y que, al parecer, habían sido emparedados hacia muchos años.

Nadie supo dar noticia de aquel sucedido y poco a poco olvidóse el asunto y no hubiera quedado memoria en él a no ser por lo que ha ocurrido hace unos días.

Mi padre hace años que murió y yo continuo con el negocio de la bodega que con el tiempo ha habido necesidad de ampliar ya que a él acuden al atardecer la mayoría de los varones del pueblo y todo aquel que por él transita, que son muchos pues aquí esta establecida la aduana para el cobro del portazgo de los pinos que entran en este Reino de Córdoba por el Guadalquivir y por ser esta la primera población de dicho reino con la que se encuentran todos los viajeros que procedentes de Castilla atraviesas el puerto del Muradal.

Por lo tanto, no llama en demasiada atención la llegada de gentes forasteras. Pero hace unos días abrióse la puerta de la taberna y todos quedamos en silencio, por lo sorprendidos, al ver entrar a un anciano de alba barba y luengos y también nevados cabellos y de aspecto venerable pero imponente. Iba bien aderezado y con ricos vestidos compuestos. Venía acompañado de un enano vestido de forma extravagante, con almilla de bayeta verde y bonete colorado toledano. Traía en la mano un alcatia que luego desplegó para que su amo en ella se sentara.

Una vez acomodados, pidió para sí y su pequeño criado una jarra de vino yema. En esta sazón discurría cuando el venerable, ayudado por el enano, se levantó y con voz profunda que a todos causó pavor dijo: -Estemen vuestras mercedes atentos y pido se me dé licencia para dirigirme a tan honorable audiencia a fin de contaos una grande y puntual historia.

Así dijo y todos quedamos atónitos, pero como asentimos con movimientos de cabeza, el anciano comenzó el discurso de su plática:

– Hace muchos, muchos años, en otro felicísimo tiempo, vivía en este pueblo una familia de cristianos viejos que tenía dos hijos mellizos que eran la alegría de todos. Conservaban su religión inconmovibles, a pesar de vivir en una tierra en la que todos sus habitantes profesaban el dogma de Alá, Dios los haya perdonado.

Uno de ellos, Ibn Yuici al-Abbar, vivía en una gran casa palacio, hoy desaparecida, en las afueras de la Aldea. Pertenecía al-Abbar a la secta de los hasisin por lo que era temido por todos, cristianos, mahometanos y judíos que este lugar compartían.

De todos es sabido que el miedo siempre lleva de la mano a la curiosidad, acrecentada ésta porque aquella casa estaba rodeada por un seto tan grande y espeso que nadie podía ver lo que ocultaba al otro lado y que daba un aspecto muy misterioso a aquel lugar, por lo desconocido.

No eran ajenos a aquellos sentimientos, a pesar de sus pocos años, nuestros dos pequeños mellizos que siempre que podían escapaban a curiosear en los alrededores de aquella casa en la que, según contaban, se llevaban a cabo secretas ceremonias a las que, incluso decían, acudían yinn (demonios).

Uno de aquellos días de los que escapaban de casa, llegaron junto al seto del enigmático palacio y allí se encontraban tratando de ver algo de lo que su interior encerraba cuando de pronto y de una forma sorprendente se abrió en el espeso ramaje un espacio suficiente como para dar paso a nuestros niños. Al mismo tiempo, pudieron ver un maravilloso prado alfombrado con multitud de flores de todos los colores que cubrían el suelo y pequeños y extraños animalitos que jugueteaban entre ellas y que parecían invitarles a traspasar el seto con la promesa de las más inigualables diversiones y juegos.

No lo dudaron y entraron en lo que ellos creyeron en su inocencia el paraíso. Tan ensimismados estaban que no advirtieron que detrás de ellos, un ser algo estevado, moreno de rostro, velloso en el cuerpo y de vista amenazadora, cerraba aquel espacio por el que habían entrado y que así volvía a convertirse en un seto impenetrable.

No se volvió a saber nada de ellos, desaparecieron. Se mandaron buscar por público pregón y se dieron numerosas batidas sin el menor éxito. Algunos vecinos comentaron haberlos visto el día anterior merodear cerca de la casa de alabar. Allí, las autoridades seguidas de los vecinos rebuscaron por todas partes y nada ni a nadie encontraron. La casa estaba completamente vacía, como si nadie hubiera vivió nunca, como si sus moradores no hubieran existido.

Dos gruesas lágrimas corrieron por aquella noble faz y dirigiéndose hacia la puerta dijo el enano: -Vamos al-Abbar. Y desapareció.

Todos los presentes quedamos estupefactos por aquel relato que, enseguida, los más viejos relacionamos con la aparición hacía ya algunos años de aquellos cadáveres emparedados.

Tal como ocurrió y tal como me contaron así dejo escrito para general conocimiento de las gentes, que pasado el tiempo, vengan a vivir a esta Aldea del Río y puedan conocer el por qué del nombre de este lugar en el que hemos colocado una gran cruz en recuerdo y memoria de todo lo ocurrido y como homenaje a aquellos dos desdichados mocitos"

Este documento viene con una firma, "Rafael el Maño". Por desgracia no hemos podido encontrar ningún archivo que confirme la existencia real de ninguno de los personajes que en esta leyenda se nombran. No sabemos con seguridad si existieron en algún tiempo o si vivieron o no en esta nuestra Aldea o si todo es pura y simplemente una invención, porque ¿Quién es capaz de determinar dónde empieza y termina la frontera entre la realidad y la pura imaginación?

Cruz de los mocitos. Cruz de forja, antaño de piedra, en la que se daban cita los enamorados y hacían ofrendas de  flores y regalos para sellar sus compromisos de fidelidad y matrimonio

Humilladero

Fuente: Revista Hdad. de la Estrella, 2001

Autor: Francisco Pérez Daza.

La historia de este pueblo está unida desde tiempos ínmemorables a un hecho cuya historicidad fue muy tardíamente recogida por José María de la Vega en 1873, el cual no señala la fuente de su información y mas que un relato histórico parece una leyenda transcrita de la tradición popular que circulaba por el pueblo en la segunda mitad del siglo XIX. Pero también se puede encontrar historicidad en muchas narraciones que dan cuerpo al devenir histórico de los pueblos. Relatos, donde los eruditos han encontrado muchas veces, hechos reales deformados por la imaginación y la pátina del tiempo.

¿Cómo llegó hasta aquí la imagen de la Virgen?

Primero, debemos conocer cómo era el entorno del Humilladero antes de la aparición y, tener en cuenta que posiblemente aquí desde muy antiguo ya había una fuente al pie de una zarza, de la que quizá ya bebieron su agua las primeras frecuentaciones humanas de la Edad del Cobre. Pero es en el período califal cuando se asientan en la proximidad de la fuente (150, m.) una primera aldea o arquería musulmana que cultivaban las tierras que le iban rescatando al monte, según se desprende de los vestigios arqueológicos.

Este primer poblado árabe queda despoblado probablemente en el siglo XII con los bereberes para ocupar otro emplazamiento más defendible dotándolo de recinto fortificado y construyendo seguidamente la famosa «Fuente del Granadíllo» para el abastecimiento de agua de este asentamiento, cuyos habitantes posiblemente llegaron a ver los ejércitos cristianos de La Reconquista y tomar la fortaleza del Guadalquivir. Estos momentos de toma, pacto o capitulación, nos dan píe para pensar que la persona que guardaba su querida imagen, ante el temor de posibles razzias, la escondiera no lejos, pero en un sitio de ruinas abandonadas y quizá poco frecuentado.

¿Cuándo y por qué se hace El Humilladero?

A finales del siglo XV unos segadores encuentran una imagen de la Virgen escondida en medio del monte. El pueblo en sus creencias de la época consideran como una «aparición el hallazgo y, se apresuró a edificarle una pobre y pequeña ermita en el mismo sitio de la aparición, que hoy ocupa el Humilladero» (J.M. de la Vega, 1873,8). De este Humilladero que se levantó a finales del siglo XV nada se sabe, ni siquiera una breve descripción de cómo fue esta simple construcción.

La otra ermita es de Nuestra Señora de la Estrella, la cual está situada a la falda del cerro Morrión (L.M.R. de las Casas-Deza, «Corografía… tomo 11, Pág. 422). Igualmente nos indica que hasta 1520 no acordó el Ayuntamiento constituirse patrono de su santuario que al principio no fue más que un simple Humilladero situado en una haza que donó a Nuestra Señora en 1583, Francisco Jiménez Morente. Se hizo nueva la ermita en el sitio del Calvario demoliendo la antigua en 1738. No queda claro por quién, ni cuándo se construyó la pequeña ermita o humilladero en el lugar de la aparición.

Una de mis formas de investigación, y que a mí me ha dado muy buenos resultados, ha sido la de preguntar a los más ancianos y escuchar sus relatos que igualmente fueron escuchados de sus mayores. Según la tradición popular y que siempre oyeron desde niños a los que pregunté, coinciden en señalar, que en el pueblo se decía: Cuando la Virgen de la Estrella se apareció, el pueblo le edificó una ermita en el sitio que hoy se encuentra , y a ella llevaron la imagen de la Virgen, pero la Virgen no quería estar allí y por las noches sola se iba al Humilladero.

Este mismo relato he podido comprobar, como más tarde aún se conserva en la memoria de algunos viejos villarrenses: Juanillo el de los Aviones, me confirma que, este relato era también en su niñez de dominio general. Esto nos confirma que el pueblo hizo una pequeña ermita en el lugar de la aparición y en la misma fuente. Siguiendo el mismo testimonio de los ancianos, y teniendo en cuenta que las devociones se fueron olvidando en el transcurso de os tiempos; recuerdan estos que el Humilladero siempre lo conocieron totalmente abandonado, caído e invadido por una gran zarza, y que nadie se preocupó nunca de su estado, ni el pueblo ni la Iglesia, (Juanillo el de los Aviones, 2001). Este estado de ruina abandonada llegó hasta 1979, año en el que se llevó a cabo la restauración.

Estudio arquitectónico del Humilladero.

Para saber exactamente en qué estado de ruina se encontraba el Humilladero antes de su restauración y como se llevó a cabo esta, le pregunté a D, Sebastián Centella Pérez, que llevó a cabo este trabajo en el año 1979. Su informe fue detallado, asegurando que, las piedras son todas las mismas y puestas en el mismo orden ya que sólo estaban desprendidas. Los arcos de ladrillo que sujetaban la techumbre, como esta estaban destruidos hasta los hombros. Fueron limpiados y repuesto todo lo roto con ladrillos de la misma clase procedentes de la reforma del Convento de la Divina Pastora de la Villa del Río. Toda la ruina la invada una gran zarza. (La ruina del Humilladero y la existencia de la zarza la hemos conocido todos los de mi generación hasta no hace muchos años).

El conjunto arquitectónico del Humilladero, esta formado por un podium de piedra molinaza de planta cuadrangular, cuyas dimensiones son de 2,60 x 2,60 m. La estereotomía de los sillares es bastante homogénea. Son especialmente regulares en cuanto a medida de altura, 23 cm. pero están descuadrados de forma ruda y colocados a soga, (sin tizones), trabados en las esquinas. El módulo de los sillares utilizados es de entre 50 y 80 cm., formando un podium o basa-mento de 6,76 m2 por 1,10 de altura. De los ángulos de este basamento, arrancan cuatro pilares de ladrillo macizo de 55 x 55 cm. y a 1,34 m. de altura se encuentran las impostas de cuatro arcos de medio punto, igualmente de ladrillo de 1,17 m. de luz, que sujetan el entablamento de la cubierta plana del mismo material, formando el camarín con cúpula nervada.

Los ladrillos del Humilladero.

Sabemos que el uso del ladrillo para la realización de arcos, se generaliza en estas tierras a partir del siglo XIV existiendo también la alternancia de este material con la piedra.

Las ordenanzas de alarifes de 1495 establecían en dos palmos la dimensión que debía alcanzar un ladrillo y medio; el palmo es una medida de longitud con una equivalencia aproximada de 21 cm. lo que quiere decir que cada ladrillo debía medir en torno a los 30 cm.

La investigaciones realizadas para este trabajo son por ejemplo: los ladrillos utilizados en tiempos ( posteriores en nuestro castillo, reparaciones tardías en el Castillo de la Aragonesa, así como en las torres de: «Villaverde» (Cortijo de la Torre), «La Nava» y «La Loma», incluso, las últimas reparaciones de nuestro ( Puente Romano, constatan que las medidas de los ladrillos usados en edificios bajomedíevales y hasta el siglo XVlll guardan siempre unas proporciones de entre 28 y 30 cm. de longitud, 14-15 de anchura y 4-5 de grosor, medidas «estandarizadas» para los tiempos indicados. Estas dimensiones se corresponden con todos los ladrillos utilizados en los «dos pilares de poniente» hasta los hombros, desde donde fueron restaurados, y que aún se conservan al igual que la textura y el color del mortero.

Igualmente, podemos observar en varias partes de los ladrillos saledizos que forman las impostas y el contomo de los arcos, restos de pintura antigua a la almagra. Una antigua fotografía nos muestra cómo estos ladrillos estuvieron pintados, resaltando sobre el color más claro del ladrillo, el rojo intenso de la almagra, dándole un alegre aspecto decorativo a tan singular monumento.

Sí observamos el centro del podium, veremos que las piedras solamente están trabadas hasta el grosor de los pilares, dejando una parte central que podemos pensar destinada a un posible brocal de pozo, en nuestro caso un manantial que sería la fuente de la aparición, y quizás por secarse este manantial con el tiempo, se colmató hasta formar el basamento que hoy conocemos.

En el centro se halla una columna igualmente de piedra molinaza de 21,50 cm., de base y 97 cm., de altura, que no corresponde a la misma labra de los sillares utilizados, ya que está trabajada y pulimentada en sus cuatro caras. En la parte superior, sujeta con una abrazadera, está la Imagen de Nuestra Señora de la Estrella en hierro forjado. La altura total del Humilladero hoy es de 3'64 m. hasta la cubierta que presenta como terminación y símbolo de nuestra fe, una cruz igualmente de hierro forjado.

Conociendo ya con bastante detalle; el lugar en el tiempo, la construcción posible desde el mismo momento en que «aparece la imagen en el contexto social y religioso en el que se enmarca el acontecimiento y la posterior restauración ya conocida de este pequeño monumento, levantado por un pueblo de arraigada y secular devoción hacía la Imagen de Nuestra Señora la Virgen de la Estrella. Sólo nos queda fijar cronológicamente, este modelo de arquitectura que ha llegado hasta nosotros con numerosos paralelos en pozos y fuentes desde muy antiguo.

Atendiendo a todo lo expuesto anteriormente y teniendo en cuenta el momento en que, los cofrades llevados de su fervor mariano, decidieron reedificar el antiguo santuario, la construcción del modelo que conocemos nos podría situar en tomo al siglo XVlll. Desconocemos cualquier dato sobre la construcción del nuevo conjunto de la ermita, solo contamos con la opinión de Ramírez de las Casas Deza, que afirma se hizo la nueva ermita en el sitio del calvario demoliendo la antigua en 1738 a costa de los vecinos y la Imagen estuvo depositada en la parroquia hasta 1749 (Ibídem, de las Casas Deza).

No quisiera terminar este artículo sin hablar de la orientación y creo que es muy importante esta si pensamos que esta ermita fuera la que el pueblo enfervorecído se apresuró a edificar en el mismo sino , de la aparición. Es de suponer que los aldeanos de aquella época le habrían dado la orientación del fervor popular, o dicho de otra manera, la orientación de la aldea. Sin embargo, si observamos, veremos que la orientación puede indicarmos el saliente y el poniente, tradición heredada de la vieja costumbre árabe y seguida . por los cristianos, o quizá pensaron en los cuatro puntos cardinales, como abierta a las cuatro direcciones, que podía calmar la sed de los aldeanos, que afanosamente desmontaban los matorrales para hacer sembraderas estas fértiles tierras.

PASEO POR LA CIUDAD: Gala del Betis, risueña Villa.

"Gala del Betis,

risueña villa,

pueblo bendito donde nací;

quiero ser bueno, quiero ser sabio

para ser hijo digno de ti. "

El himno de Villa del Río, del poeta y maestro de escuela don Diego Molleja, era la coplilla que canturreaba la gente en aquellos largos, densos y silenciosos veranos primeros de la posguerra, cuando Villa del Río, como todo los pueblos de España, se desperezaba de nuevo con la nostálgicas campanadas del ángelus, y los días, los sueños, se tornaban, sin remedio, suspiros de esperanza.

Hija de este pueblo y testigo de mucha historia vieja y nueva, quiero servir de guía al viajero por el itinerario más anecdótico y mágico. Vamos a trasladarnos al corazón espiritual de todo pueblo: su iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción, escenario perenne de vidas y muertes.

Poyetes, árboles, una pequeña fuente estrenada recientemente…; un hermoso atrio, patio común donde los villarenses nos congregamos para asistir a bodas, bautizos, entierros, primeras comuniones… ¡Cuántos juegos, cuantos encuentros, cuántas historias entre toque y toque de novenas, rosarios, misas, procesiones! ¡Cuánta sonrisas, cuántas lágrimas, cuantas oraciones cada año, cuando el pueblo en pleno, engalanado con sus mejores prendas y tras un largo y caluroso recorrido por calles y plazas, acompañando la Virgen de Estrella, nuestra patrona, asiste como emoción a la quema de fuegos artificiales, a la traca, al trueno gordo que cada 8 de septiembre remite a nuestras raíces y tradiciones.

Nada más entrar en la iglesia, a la derecha, además de la pila bautismal nos encontramos con un enorme cuadro de las ánimas benditas en el purgatorio. Allí, ante un gran catafalco, se celebraba en noviembre el mes de ánimas, que transcurría entre olores de castañas asadas y doblar de campanas ininterrumpido. Era un mes negro, triste, casi siniestro.

Otro lugar inolvidable, permanece, en el Sagrario. Allí, el monumento de los Jueves Santo, las interminables horas de vela, los días de retiro, las horas de meditación, la adoración nocturna…; y allí, día y noche, una lamparilla encendida, un pequeño sagrario de pan de oro, una Virgen del Carmen… La iglesia es grande – tres hermosas naves – y, ambos lados, altares testimonios de fervor y devoción de familias del pueblo.

Antes de abandonar la parroquia, una mirada al coro y al campanario. Se accede a ambos por una misteriosa escalera de caracol; y recuerdo a Mena, sacristán de infancia, entre brujo y carismático hombre de entierros y órgano, persiguiendo la oscuridad de todos los niños de entonces por escalar unos cuantos peldaños y poder contar infinitas historias de terror.

Prosigamos. Acaban de dar las diez en el nuevo reloj de la plaza. A estas horas, la parroquia, con sus puertas cerradas, es ya sólo un piar de pájaros que revolotean por los tejados y anidan en la torre del campanario; y es algún anciano que, saboreando el dulce desayuno, pasa el tiempo a la sombra o al sol de sus poyetes; y es un chorrito que perenne en de agua fresca con el que, inexorablemente, tropiezan los viandantes; y es, ante todo, una bandera enarbolada, presidiendo el silencio la rutina de los días.

Desde el atrio caminamos hacia la derecha, pasamos por la posada, asilo de viajeros y caminantes en noches de cansancio, y nos colamos, sin advertirlo, en el hermoso y entrañable Jardín del Lirio.

Sería un olvido imperdonable hablar de este jardín sin detenernos en sus límites ribereños con el Guadalquivir, y soñar con aquella alameda de no hace tantos años, cuajada de álamos blancos y trinos de ruiseñores que conducían hasta el Puente de Hierro de los Tres Ojos. Eran muy claras sus aguas, y pequeños y mayores se bañaban en la aceña abandonada, que molió trigo antaño; las mujeres buscaba remansos para lavar; el pueblo, en, en un nítido espejo, se reflejaba en sus aguas, que tomaban el color del cielo; y los pescadores eternizaban la mirada contemplativa y se bebían la frescura de un río trasparente, limpio por la mañana, rojo de fuego la atardecer, y plateado de luna en las noches sin estrellas.

Altos cargos de la confederación hidrográfica del Guadalquivir prometieron, en tiempos ya olvidados, que las tierras ribereñas que van desde el Jardín del Lirio y hasta el Puente de Hierro serían dedicadas a parque; pero eran propiedad del ayuntamiento y particulares que acabaron con alameda, recreo inolvidable de los villarenses. Aquí sigue el jardín, recinto ferial de todo los tiempos. Sus grandes árboles de pan y panizo hablan de tómbolas, casetas, paseos…; y hablan de tardes domingueras con juegos de niños, paseos enamorados, sentadas de ancianos, pasodobles de la banda municipal, polvareda de bailes apretados y pisotones.

Antes de abandonar este jardín, cuna de riadas en años de lluvia, una mirada a la cercana Huertas del Solo, donde tanto ha pintado Pedro Bueno, entre rumores del río y silencios del jardín. "Íntimo paraíso de Pedro Bueno junto al río" la denominada Carlos Clementson en su bello poema, cuyos primeros versos son todo un cántico a este singular recinto: "Con inconforme a efecto ama este espacio, el pueblo,/éste claro jardín que abraza el río – remanso/de familiar verdura -…" de este jardín, y tras recorrer la calle blanca de la Cruz, nos encontramos en una bellísima plaza, presidida por una artística cruz de hierro, obra del conocido villarense Bernardo Menor, que está rodeada de balcones cuajados de geranios y gitanillas. Más que una plaza parece un cuidado patio de casa regia. Cuatro farolas al pie de la Cruz y una verja completan este conjunto, que sorprende al viajero que entra el pueblo por la estación.

Nadie mejor que Idelfonso Romero Cerezo, cronista oficial de Villa del Río, nos puede hablar del significado de esta Cruz de los Mocitos.

Alfonso nos cuenta, con entusiasmo infinito, que en esta bella plaza se celebraban los mayos y, en torno a la cruz, en sus orígenes de piedra, se daban cita los enamorados que en angarillas transportaban flores y regalos como prendas que sellaban compromisos de fidelidad y patrimonio; y durante muchos años, la Cruz de los Mocitos fue la fiesta grande del pueblo, que acudían en pleno con guitarras, bandurrias y los más primitivos o gestos musicales tapaderas, cacerolas, botellas esmeriladas… a cantar y bailar entre farolillos, macetas, ramos de jazmines y susurros de enamorados. Juan Cabrera Polo le dedicó estas coplillas al lugar:

"Cruz de los mocitos,

la falta que hacías en esta plazuela

de mi Andalucía.

Mozos de mi pueblo,

muchachas bonitas,

ya que en su sitio

para vuestras citas.

Para hablaros de amores

al pie de la Cruz, como hizo algún día

aquel buen Jesús.

Madre villarensa,

mujer cien por cien,

cuando tengas penas,

ven aquí también.

Juntos cantaremos

a unísona voz

aquella coplilla

del gran cantaor:

"En la Cruz de los Mocitos

me han robaito el corazón…"".

Antes de regresar a las calles del pueblo, y en un bello paseo que relaja el espíritu, nos acercamos al puente de los tres ojos, coloso de hierro sobre el río Guadalquivir. Sobre sus piedras podemos descansar, tomar un respiro y recordar aquellos años, no tan lejanos, en el que el puente, mutilado en la Guerra civil, quedó con dos ojos, convertido en meta te paseos y sombras de ganaderos con sus rebaños de cabras, ovejas y vacas que rumiaba la siesta sobre la línea fina de las orillas. El barquero, en un constante trasiego, y siempre morada en ristre, cruzaba el río en su barca de madera, que chirriaba y cortaba el agua, transportando animales, bultos y personas que, amontonadas, esperaban turno en ambas orillas. Bastantes años después reconstruyeron, y aquí está, sirviendo de enlace, como antaño, a la campiña y a la sierra. 

Alargando un poco más el paseo por la antigua carretera de Madrid, llegamos al bello puente romano, que denota el alto nivel que alcanzaron las obras públicas en Villa del Río en los albores de nuestra era. No hace muchos años, la carretera nacional pasaba aun sobre el; hoy, con el nuevo trazado de la carretera ha quedado a un lado, pero constituye, no obstante, un noble pórtico de entrada a la provincia de Córdoba. En palabras del arquitecto José Luis de Lope y Lope de Rego, es "meta de un paseo agradable y tentador, a través de la espesa arboleda que nos transporta hacia un diálogo interior con nosotros mismos y con nuestra historia, que va desde el paso de las legiones romanas hasta nuestros días".

No podemos alejarnos de este lugar sin una calidad alusión al mundo gitano, aquellas gentes que, cada año, cuando llegaba la primavera, como las golondrinas y las cigüeñas, acampaban debajo del puente, trabajaban el mimbre y la hojalata y, cargados de churumbeles, recorrían el pueblo vendiendo sus canastillas, enjugaderas y cántaras para el aceite.

Y con el olor a tierra mojada y la humedad a flor de piel, volvemos al pueblo, sus calles íntimas, casi hogareñas. La pulcritud y blancura lo invaden todo. El temprano; dentro de un poco el sol rechinará en los tejados y bajará a las aceras. Los detenemos ahora en la plaza de la Constitución, la zona más céntrica del pueblo. 

Aquí está el ayuntamiento, instalado en un edificio que fue castillo de origen árabe restaurado en 1988. Aquí farolas, fuentes, surtidores, y naranjos, poyetes… Conjunto armónico y bello donde se puede leer y entender la historia vieja y nueva del pueblo. Este ayuntamiento de hoy fue durante muchos años parroquia de San Pedro – de la que aún pervive la portada – y más tarde mercado de abastos, donde se daban cita las mujeres con sus canasto y los hombres que, en plantillas, esperaba los contratos de trabajo; también acudiera a aquí los charlatanes de turno, que concentraban al pueblo entorna sus camiones de mantas y cortes de trajes: "¿Y quién me edad de 1000 pesetas por este peine…? Y ahora yo te doy este corte de traje de lana pura para tu novio, y esta manta más suave que la seda para que duermas calentito, y te doy, porque me da la gana…", etc., etc.. ¡Cuántos recuerdos aflora a la memoria que esta plaza! Juegos, paseos, y historias…, y, siempre adherida a nuestra piel, la bruma del Guadalquivir, que se tornaba olor a peces en los veranos, y humedad pegajosa y fría en los inviernos.

"Abuelo- preguntamos a un anciano que, apoyado en una vieja marrilla, nos observa con indiferencia melancólica -, ¿Qué recuerdo guarda con más cariño de esta plaza?". Nos mira. Sus ojos son de un azul despintado. Sonríe y, antes de hablar, mastica una dentadura postiza que medio se le cae. Por fin exclama: "¡Cuáles habían de ser; los de mozuelo! Aquí mismo; donde usted me ve ahora. La novia, la mujer, los hijos… ¡Cosas…!". 

Desde un balcón de esta plaza cada Semana Santa contemplaba la cita del Nazareno con los villarenses y escuchaba la sentencia cantada por la misma voz que, inexorablemente, repite: "Muera Jesús Nazareno, muera, muera, muera…". Y un recuerdo, ¡Cómo no!, a las castañeras y, al hombre del palodú, a los pregoneros, a los puestos de helados chucherías, a todas aquellas pequeñas cosas que hacían festivas la plaza del pueblo.

Dejamos atrás la plaza de la constitución y los acercamos a otra plaza, la de España, hoy jardín de paseos, lleno de árboles y flores, y ayer, abandonado escenario por donde deambulaban, en las misteriosas noches de la posguerra, fantasmas que, a primeras horas del día, se tornaban tema, preocupación y entretenimiento para las horas sin sueños de los villarenses. ¡Plaza de España! ¡Quién te ha visto y quién te ve! Merece la enhorabuena la corporación municipal que y significó y embellecido al legendario lugar. 

En el colegio de Jesús Nazareno nos educamos los niños bien del pueblo; entre hábitos grises y tocas blancas de las franciscanas aprendimos abordar, a tocar el piano, a cantar y a rezar. En su capilla, seráfica y perfumada, hicimos la primera comunión; también en ella, cada año, la gloriosa novena dedicada a San Francisco, que era una explosión de luces y cánticos… "aclamemos al grande Francisco…".

Por la calle del convento y camino de la ermita de la Virgen de la Estrella pasamos ante la bonita casa donde nació y vivió Matías Prats. Y es una casa como toda las del pueblo, con sus balcones, ventanas, patio… donde creció "La voz". Sigamos camino de la ermita, y para que nos sirva de pórtico, la palabra del poeta Mario López: "Sierra Morena al fondo, tras el río y la campiña, la ermita al pie del monte, las nubes, los olivos, su barroca añoranza de otros días imposibles y el aroma lejano de sus atardeceres".

Un día, así lo cuenta la tradición, la Virgen se apareció a los segadores. Aquel milagro se repite cada año, cuando el 8 de septiembre, a hombros de sus más jóvenes devotos, sale de la ermita para recorrer el pueblo y habitar temporalmente en la casa parroquial, que se engalana para recibirla; las fiestas, la feria, tienen como eje a la Virgen de Estrella. 

El camino a la ermita, o el paseo en el que se prolonga el pueblo, y era, y así lo veo aún, campo de eras, con sus montones de trigo, y cestillos; tantos de chicharras y jornaleros sedientos que mitigaba en su ser con sandías puestas al sol y frescos botijos colgados en las chozas.

En el cerro Morrión, por encima de la ermita, se divisa una espléndida perspectiva del pueblo, del río, de la sierra y también, como no, de un blanquísimo cementerio coronado de cipreses, donde nuestros seres queridos duermen y nos recuerdan que la vida es tan sólo un bello y corto paseo a la atardecer de un día cualquiera.

"Gala del Betis, risueña villa, pueblo bendito donde nací…".

(Isabel Agüera Espejo-Saavedra)