La información de la que disponemos sobre el pintor D. Blas Moyano es sensiblemente mayor que en otros casos. El texto publicado más antiguo que hemos podido localizar sobre el artista proviene de la Revista de Feria de Villa del Río del año 1960, aunque sólo disponemos de un fragmento en el que se habla de una devoción espiritual confesada por parte del pintor y una predilección por los temas religiosos, aunque no conservamos la autoría.

Algo más extenso es un artículo de la misma revista, pero del año 1969 – uno de cuyos ejemplares se conserva en el Archivo Municipal -, que está firmado por D. José Cabello Cañete e incluye la crítica de D. F. Gerard Priejr. Además de ensalzar las múltiples virtudes del artista, el autor hace un breve recorrido por los principales datos biográficos y logros profesionales conseguidos hasta esa fecha. Entre las personas que han generado literatura en torno al pintor en las últimas décadas podemos destacar otros tres nombres. Del primero de ellos, D. Francisco López López, hemos recuperado publicaciones de la revista ya citada de los años 1994, 1996 y 1998, así como el que se incluía en el catálogo de su exposición Gente de mi pueblo de 1996. En sus reflexiones se refleja gran admiración, no sólo por sus obras, sino hacia su persona; además de una manifestación efusiva de agradecimiento y amistad. Del pintor destacaba D. Francisco López un carácter rebelde y furioso que transmitía, decía, también a través de su pintura con el empleo de técnicas innovadoras y no resignándose a lo ya conocido.

En otras ocasiones, sin embargo, lo describía alegre y cercano, lleno de sensibilidad y humanidad, y reclamaba un merecido reconocimiento y gratitud social por haber donado gran parte de su legado pictórico a su pueblo natal. Sería él mismo presidente de la Peña Cultural Recreativa Blas Moyano – con sede en la calle Orabuena s/n – que se crearía en el municipio con fines culturales.

D. Francisco Laguna elabora, por su parte, algunos de los textos de que disponemos dedicados a su persona, en los números de los años 1990 y 1992 de la misma revista, resaltando que su obra es difícil de copiar puesto que constituye el resultado de esa caliente y expresiva mezcla que da su paleta y pincel a sus originales y bellos cuadros.

Aporta, en este caso, gran parte de la información biográfica de que disponemos hasta la fecha, de la misma forma que D. Rafael Muñoz Moreno, que hará lo propio en los números de 1986, 1992, 1998, 2000 y 2001.

Para consultar estos últimos textos nos ha sido especialmente útil una herramienta que no podemos dejar de citar aquí. Se trata del blog virtual Villa del Río, la Puerta de Córdobawww.villadelrio.es – que el paisano D. Álvaro Horcas García diseña en 1998 y que ha ido actualizando hasta hoy, volcando estos y otros textos; en la mayoría de las ocasiones transcribiéndolos a mano y facilitando así la difusión y accesibilidad de multitud de documentos de interés para la ciudadanía y la investigación. En el catálogo de la exposición – homenaje que se hiciera en 2003 titulada El legado del pintor Blas Moyano a Villa del Río aparecen textos del entonces alcalde D. Juan Calleja Relaño, el historiador D. Miguel Clémentson y D. Eleuterio Calleja, presidente de la Asociación Cultural Pedro Bueno Paleta Azul; en este último caso incluyendo un guión biográfico. Contamos, asimismo, con textos de críticos de arte o periodistas como D. Mariano Tomás José Prados López, D. Pedro Rodrigo o D. Cecilio Barberán. En el catálogo que se elabora con motivo de la inauguración de la sala permanente en 2004 dedicada a su obra en el Museo Histórico Municipal Casa de las Cadenas de Villa del Río se recogían, además, impresiones de D. Rafael Martorell, D. Antonio Lara, D. J. Hernández, D. Enrique Sánchez Collado, Dª. María Cristina de la Serna, D. Luis Blánquez Benito, D. Rafael Cerrillo, Dª. Marisa Montes o D. Miguel Clémentson Lope, así como poemas dedicados de D. Antonio B. Tendero y Dª. Mª José Pérez Martín. Fruto del trabajo de D. Rafael Martorell y Dª Mª José Pérez podemos disponer, en el Archivo Municipal, de un buen reportaje fotográfico de su obra; tanto la que forma parte del legado de Villa del Río como de aquella cedida en su momento por los propietarios particulares con motivo de distintas muestras.

Uno de los datos más interesantes que hallamos del pintor y que pudiera darnos algunas claves se encuentran precisamente al final del catálogo antes citado. En él se dice literalmente se hizo amigo de Picasso, con el que discutía de arte. Al no acompañarse tal afirmación de la fuente de la que proviene, y al no poder contrastarla con ninguno de los documentos o testimonios con que contamos, no podemos más que mostrar ese dato tal cual nos llega. Con todo, hemos podido localizar un trabajo elaborado por la paisana Dª. María Lara Expósito, historiadora del arte, para el que se sirve de algunos recortes de prensa inéditos y facilitados en su día por D. Rafael Muñoz, pero de los que aún no hemos podido disponer de originales. Según María, en una noticia publicada en el periódico El Día de Córdoba, del 11 de agosto de 2001, figuran las siguientes reflexiones del pintor:Mi pintura tiene un poco de impresionismo, pero sin apartarme de la figuración. El arte abstracto… es que ni lo comprendo o refiriéndose a Picasso: […] pero es que él sí demostró que sabía pintar. Al parecer, nuestro pintor se dirigía a los abstractos diciéndoles a ver, explícame tú cómo para hacer esto has tenido que estudiar perspectiva o historia del arte o para conocer (saltarse) una regla hay que conocerla primero. Sólo contamos, por tanto, con unas frases extraídas de una nota cuyo contenido desconocemos y que, en todo caso, nos aporta alguna idea de su pensamiento sobre determinados estilos pictóricos o su opinión sobre Picasso y su obra. Aun así, no podemos asegurar que se hubieran conocido, y mucho menos que hubieran discutido sobre sus respectivos trabajos. 

Aclarar este punto en el futuro – pues excede ya nuestros objetivos – se torna interesante, pues podría darnos, entre otras cosas, una visión distinta del artista introvertido, solitario y al margen de las corrientes artísticas imperantes que tenemos hasta el momento y quizás algunas claves para entender mejor su propia obra.

Hemos podido recuperar también algunos recortes de prensa que conservaba cuidadosamente el que sería su amigo en la última etapa de su vida, el escultor D. Sebastián Montes Carpio, que recogen noticias sobre los trabajos en Barcelona, Alicante o sobre los preparativos de la exposición en Nueva York. Estas notas son de especial interés, ya que nos aportan algunas informaciones sobre el proceso de elaboración de sus murales, técnica que tan celosamente guardaba el artista, casi en secreto – y que quizás le transmitiera el padre Pedro, un fraile al que retrató en repetidas ocasiones -, además de algunos datos sobre su formación y maestros, detalles sobre las condiciones de su trabajo y en las que incluso se puede vislumbrar su carácter y humor a través de algún chiste que el periodista transcribe. En la entrevista, que ocupa prácticamente una página, podemos leer la descripción del periodista – D. José Vidal  Masanet mientras presencia el trabajo del pintor: Extrae cemento de un saco, mezcla unos líquidos, lo amasa y seguidamente lo colorea a gusto, también con un producto especial, y aquellos recipientes se convierten en una especie de gran paleta. Todo ello, rápidamente, porque el artista se encarama a un andamio, y en vez de pintura utiliza el cemento para plasmar la obra, lanzando sobre la pared el cemento, unas veces con las manos, otras utilizando una espátula y en contadas ocasiones recurre al pincel.

Aparte de las fuentes que citamos, contamos además con el reportaje de RTVE titulado Blas Moyano pintor – www.rtve.es – con fecha de 1977 y que con una duración de casi nueve minutos nos ofrece comentarios de Dª. María Cristina de la Serna e imágenes de la inauguración de la exposición en la Galería Exoteria de Madrid, donde se le podía ver acompañado de D. Juan Rafael Ramírez, D. Juan Calleja o el pintor D. Pedro Bueno Villarejo, entre otros amigos.

Por otra parte, contamos con el testimonio oral de tres personas amigas de D. Blas Moyano que, siendo también villarrenses, han compartido vivencias y han presenciado importantes momentos profesionales de su vida. Agradecemos, concretamente, la colaboración del ya citado D. Juan Calleja Relaño, (1948), ingeniero industrial de profesión, que pasará varios años de su vida en Madrid durante la década de 1970; momento y lugar donde entablará amistad con el artista, colaborando con él a través de la asociación Centro Social y Cultural Al – Andalus con sede en la calle Alta, 49 – junto a D. Rafael Romero Baldomero o el pintor D. Juan de Dios Domínguez Ramos, entre otros, para organizar la primera de varias exposiciones en Villa del Río y numerosos eventos que vendrían después. Además, Don Juan Calleja será alcalde de Villa del Río durante las legislaturas 1991 / 1995 y 1999 / 2003, lo que le permite conocer
más a fondo el movimiento cultural y artístico local desarrollado en esas etapas.

Sucederá lo propio también con D. Bartolomé Ramírez Castro (1948) que, en su caso, ocupará la alcaldía durante los periodos de 2003 / 2007, 2007 / 2011, 2011 / 2015 y compartirá muchos momentos, conversaciones y vivencias junto a Blas y Esperanza; que lo sentían y querían como a un hijo, según sus propias palabras, al igual que su esposa D. Francisca Elena Pérez Fernández, (1952), a quienes agradecemos la disponibilidad y el tiempo que nos han dedicado; así como la aportación de una información que completa lo ya sabido sobre la figura del pintor.

D. Blas Moyano Rosauro nace un 25 de Julio de 1913. Sus padres, Manuel y María, que trabajaban ambos en una cooperativa olivarera, se ven obligados por las circunstancias a que su hijo de corta edad contribuya con la economía familiar trabajando como botones en el casino del pueblo. Blas era el mayor de dos hermanos. 

Según D. Eleuterio Calleja, estudiará desde 1921 en la Escuela Elemental de Niños de Villa del Río y, ya desde pequeño, se le notaría cierta destreza al copiar los dibujos de las revistas y periódicos que caían en sus manos. Sus primeros dibujos parecen haberse publicado en la popular revista Arlequín – a petición de D. Antonio Rodríguez, telegrafista y padre del célebre fotógrafo Ricardo-, según los textos de D. Francisco Laguna, aunque no conservamos dichos ejemplares en el Archivo Municipal. D. Rafael Muñoz, por su parte, narra algunas anécdotas de infancia; el pintor con nueve o diez años practicaba en las fachadas de las casas llevándose buenas regañinas de las vecinas; o que elaboraba su propios materiales y pigmentos diluyendo en agua los papeles de seda de colores. D. Bartolomé Ramírez apunta que presumía de ser un niño espabilado que se antecedía a lo que le pedían los clientes del casino y que procuraba guardarse algo de dinero para comprar lápices de colores. Decía haber heredado el mismo carácter fuerte y rebelde de su madre.

Sabemos, asimismo, que Blas podrá acceder a una primera formación en artes gracias a una beca de la Diputación Provincial de Córdoba. Cursará estudios de dibujo e Historia del Arte en la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos de Córdoba con el profesor D. Enrique Romero de Torres – según D. Eleuterio Calleja, en 1930 – pero también con D. Vicente Orti Belmonte y D. Rafael Guijo que, según D. Rafael Muñoz, tendría una duración de tres años y que se prorrogará uno más por sus inmejorables calificaciones. En otros, sin embargo, se indica que de quien recibe clases es del conocido pintor D. Julio Romero de Torres – en tal caso debiera ser en el primer año puesto que fallece en 1930 -. Para presentarse a estas pruebas que duraron tres meses, tendría que ingeniárselas, al no disponer de dinero para los desplazamientos necesarios. Cuenta D. Francisco Laguna, cómo pagaba los viajes a Córdoba vendiendo una cabeza de Cristo por cinco pesetas y regalando otro bodegón a la empresa de transportes Ureña. En este caso, una composición con rábanos que le valdría hasta un apodo. En Córdoba quedaría el primero en una convocatoria con 412 aspirantes.

Según D. Rafael Muñoz y D. Francisco Laguna, en 1934 el pintor se traslada a Madrid – D. José Cabello situaría este momento en 1933 – para realizar un curso de dos años en la Escuela de Bellas Artes de la calle Marqués de Cuba, donde finaliza los estudios correspondientes en un solo curso; realizando a la vez el servicio militar. En uno de los artículos de prensa recuperados, así como catálogos de exposiciones posteriores, se dice que ganará una beca de la Corporación Provincial de Sevilla para realizar un curso de arte en Roma, que finalmente no podrá disfrutar por el estallido de la Guerra Civil. Otras publicaciones indican que será por parte del Ministerio de Instrucción Pública.

Blas fijará su residencia en la capital junto a su esposa, Dª. Esperanza Castro Cidre, en el número 63 de la calle General Pardiñas; no así su estudio, que se ubicaría en las instalaciones de un convento de franciscanas de la calle Hermanos Miralles, en el barrio de Salamanca – recuerda D. Juan Calleja – aunque aparece como calle Torrijos en el resto de publicaciones. En esta amplia habitación de, aproximadamente, 200 m² – que quizás alquilaría o le cederían las religiosas a cambio de obras artísticas, asegura D. Juan Calleja haber pasado con él largos ratos conversando mientras pintaba; recordándolo como un lugar lleno de cachivaches y objetos de trabajo. El pintor daba especial importancia a que el ángulo por donde entraba la luz siempre fuera el correcto, procurando que viniera desde el lado izquierdo; sin mucho más protocolo que ese y la radio de fondo.

En Madrid trabajará para varias empresasLESAR entre ellas, aunque siempre contratado por el Ministerio de Asuntos Exteriores. En uno de los artículos de prensa recuperados, se alude a la dificultad de cumplir con ciertos requisitos que se pedían para optar a su plaza; entre otros, manejar con maestría y rapidez los toscos materiales de los murales y tener la habilidad suficiente para desarrollar estas obras de gran formato en poco tiempo. Incluso llegamos a conocer su sueldo: 15.000 pesetas mensuales con dietas y desplazamientos. Todo ello le permite desarrollar una genuina técnica como muralista y viajar por gran parte de la geografía española – Burgos, Alicante, Barcelona, etc. – así como por diversos países: Bulgaria, Grecia, Francia, Bélgica, Austria, e incluso Rusia. Entre sus obras murales – la mayoría fechadas en la década de los años 60 – se encuentra la que realiza en la Nueva Parroquia Madrileña del Pilar, la del altar mayor de la Capilla del Colegio de la Sagrada familia de Alicante – uno de los más grandes de España en su momento -, el mural de María Auxiliadora en el seminario salesiano de Arévalo, (Ávila), sus murales en Potes, (Santander); o un fresco que representa la aparición del Santo Niño de Praga para el Convento de los Carmelitas de Burgos. Asimismo, lleva a cabo la decoración con diversas alegorías de un parador turístico en Burgos, realizará el mural de Crucifixión para una iglesia de Toledo, la restauración de un fresco en la catedral de Sofía, (Bulgaria) y, para Francia, un mural para la estación experimental del metro de París, otro para el Edificio de la Maternidad en Grenoble y también para el Instituto de Segunda Enseñanza de Dijon.

Policroma en bronce, asimismo, la Imagen del Sagrado Corazón de Jesús del escultor Josep Miret, (1900 – 1978) – reconstruyendo la original de D. Frederic Marès, (1893-1991); realizada en 1935 y fundida durante la Guerra Civil para usar como material bélico – de 8 metros y entre 6 y 7 toneladas, situada en la Cúpula del Templo Expiatorio del Tibidabo en Barcelona en 1961. Realiza, además, los murales para el interior de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Villa del Río, entre otros.

En cuanto a su actividad expositiva, será D. Rafael Muñoz quien primero aporte luz. El pintor llevará a cabo numerosas muestras: exposición en Sala Minerva, del Círculo de Bellas Artes de Madrid, 1957; Exposición en la Sala Municipal de Arte de Córdoba; Exposición en la Galería Miranda de Salamanca, 1959; Exposición colectiva en el Palacio de la Música de Madrid; Exposición en Nueva York – EEUU -; Exposición en la Feria Internacional de Plavdiv – Bulgaria -; Exposición en Galería Conde de Peñalver, 53 de Madrid; Exposición en la Galería Exoteria de Madrid, 1977; Muestra en la Sala de Exposiciones Casa de la Cultura en Villa del Río en 1977, 1980, 1986; Exposición en Galería Studio de Córdoba, 1987.

Entretanto, el pintor y su esposa pasarán largas temporadas de verano en Navas del Barco, (Ávila); cuyos paisajes ha plasmado en numerosos óleos, así como a las gentes del lugar y las trabajadoras del campo. En este pueblecito de naturaleza rabiosa alquilaban desde hacía años la misma casa a la misma familia, con la que Blas y Esperanza llegaron a entablar una relación muy estrecha. D. Bartolomé Ramírez cuenta que, siendo muy joven, no serían pocas las ocasiones en las que él mismo llevaría al matrimonio en su coche desde Villa del Río hasta Navas e incluso permanecería con ellos algún tiempo. Tuvo ocasión, por tanto, de realizar numerosas salidas al campo junto al pintor, al que ayudaba a trasportar el caballete y el resto de materiales; además de desplazarse en coche, cuando era necesario, al punto elegido previamente para ello. A Blas le gustaba mucho caminar, siempre armado con su cámara de fotos para recordar el lugar exacto y pintar del natural en la medida de sus posibilidades.

Cuando bajaba a Villa del Río podía verse al pintor por el Anzarino, en la Fuensanta, en la Anguijuela, en la Ermita de la Virgen de la Estrella, en el Cerro Peralta o detrás del río, uno de sus lugares predilectos. Es precisamente en uno de los cerros de su pueblo donde sitúa al yuntero que retrata en su obra conocida popularmente como El Zorongo, (1970).

Otros de sus lugares de inspiración se sitúan en La Iruela, (Cazorla), Asturias, Sierra de Gredos, Barco de Ávila, (Ávila), Úbeda, (Jaén) y en Galicia, donde nació Esperanza y donde pintaría gran parte de las escenas marinas.

Además de los murales de grandes dimensiones realizados con cemento y pigmentos donde abunda la temática religiosa – aunque sin ser la única -, destaca entre su repertorio el uso de la tradicional técnica del óleo sobre lienzo o tabla para la representación de bodegones, paisajes, retratosautorretratos, escenas costumbristas y alegorías y, además, contamos con un buen número de retratos a carboncillo y grafito, tanto de personajes célebres del panorama nacional político o intelectual, como de personas concretas del pueblo y otras amistades. D. Bartolomé Ramírez afirma que hacía escultura y que conservaba en su estudio bustos de Esperanza, figuras femeninas en actitudes cotidianas y también de animales; un dato interesante por cuanto son obras, hasta el momento, desconocidas. Además, realizará vidrieras y otros objetos artesanales para decoración de su casa.

En 1986 D. Blas Moyano será nombrado Hijo Predilecto de Villa del Río y en 1997 tiene lugar el acuerdo al que – a petición de la Peña Recreativa Blas Moyano – llega el pleno del ayuntamiento – siendo alcalde de la villa D. Bartolomé Delgado – por unanimidad, para que la plaza de la calle Libertad, donde vivía junto a Esperanza, lleve su nombre.

Blas Moyano decide, en 1998, dejar su legado pictórico al ayuntamiento de su pueblo natal, nombrando albacea a D. Sebastián Centella Pérez. En el acta testamentaria figuran 31 pinturas – la mayoría de las cuales se encuentran expuestas permanentemente – y 17 dibujos a carboncillo, donde figuran el nombre de la persona retratada y la fecha. Contamos, pues, con los siguientes: pintor D. Álvaro Delgado, (1995); político Francés D. Jacques Delors, (1995); político francés Françosie Miterrand (1996); dos retratos del actor D. Fernando Rey, (ambos de 1995); el gran escritor D. Fernando G. Delgado, (1996); D. Rafael Ortiz Rabadán, (1995); D. Juan Solís Llorente, (1995); D. Antonio Galán, (1996); dos de Dra. Dª. Dolores Soler, (ambos de 1995); D. Fernando Cerezo Sabio; el político D. Alfonso Guerra, (1995); S.M.D. Juan Carlos I Rey de España, (1995); Dª. Mari Franci Navarrete, (1996); D. Antonio Galán, (1997) y D. Julio Macarrón, (1995).

El artista sentía especial interés por captar la fisonomía característica de los hombres del campo, las arrugas de la vejez, las pieles curtidas y las ropas trabajadas. Uno de los personajes al que realiza más de un retrato del natural será a Manolito el de la Picona, al que incluso se le dedican unas páginas en Revista de Feria del año 2008 – artículo escrito por D. Francisco Tabares Madrero -. Dice aquí, que su verdadero nombre era D. Juan Manuel Pescuezo Pérez y que el apodo vendrá por la parte materna, de Dª. Dolores Pérez Picón, viuda del cantero D. Juan Pescuezo y de profesión maestra. Manolito era amable, correcto y educado, aunque de aspecto andrajoso y actitud algo tosca; debido al desengaño amoroso con una folclórica con la que se había hecho ilusiones por culpa de una broma. Quizás coincidiera con Blas en alguna de las numerosas tabernas del pueblo que ambos frecuentaban y donde el pintor gustaba pasar el tiempo y tomarse unas copitas de vino. En la taberna de Juan Miguel, quizás en el Rancho Chico, en la de Peralta, la de Juan Mantas o la de Vivar. Llegaría incluso a coincidir con la pintora inglesa Beppo, (1899 – 1989), nos cuenta Dª. J. Calleja, íntima amiga de D. Pedro Bueno y con quien pasaría algunas temporadas, aunque Blas tuviera relación más estrecha con otra de las personalidades célebres de Villa del Río, como fuera su amigo de infancia D. Matías Prats Cañete, (1913 – 2004).

Nuestro pintor decide, en su última etapa, establecer su residencia definitivamente en Villa del Río – en su casa de la calle Libertad número 16 – donde fallece a la edad de 88 años el día 1 de noviembre del año 2001 a las 17.30 horas. Sus restos descansan hoy en la localidad que le vio nacer, junto a los de Esperanza, que fallece poco tiempo después, el 15 de febrero de 2002. El Ayuntamiento le rendirá homenaje en 2003 instalando un busto en bronce, del escultor D. Juan Polo, en la plaza de Villa del Río que desde entonces lleva su nombre.