Es uno de los lugares, que sin ningún interés arquitectónico o monumental, es parada obligatoria, para cualquier visitante, al que interesen, nuestra historia, cultura, costumbres, pero sobre todo el sentimiento común que une a cada persona de éste pueblo.

Para todo villarrense, es lugar de encuentro anual con los suyos y con nuestra patrona, la Virgen de la Estrella, ya que es la primera cita, por otro lado ineludible, de las fiestas patronales en honor a nuestra patrona. Con los primeros rayos de luz, cada vecino, en una pequeña peregrinación, llega al lugar citado, entre olivos, para ofrecer a nuestra madre una eucaristía para recordar a los segadores de Bujalance, que según la tradición cuenta, fue a ellos, a los que se les apareció nuestra patrona a finales del siglo XV.

En éste paraje cercano a la ermita, se erigió, un pequeño altar de ladrillo visto y piedra molinaza, de estructura cuadrada, con cuatro pilares que sustentan una techumbre de bóveda nervada sobre arcos de medio punto, que resguarda una pequeña imagen en forja de la Virgen de la Estrella. Fue construido a raíz de la aparición de una imagen, que paso enseguida a llamarse Nuestra Señora de la Estrella.

En el Humilladero, en esa eucaristía, una de las más bonitas, algunos niños bailan, el típico baile tradicional de los segadores, los cuales visten de blanco con fajín royo y pañoleta anudada al cuello, así como el sombrero de paja, la hoz y la tradicional alpargata blanca con cordón rojo anudada y le rezan a la virgen cantando su himno:

“Entre olivos y zarzas,

la madre de Dios,

se apareció a segadores

faenando al calor

cultivaban los campos…”