Con la materialización de este trabajo se hace público el resultado de uno de los objetivos proyectados con nuestra contratación como historiadora por parte del Excmo. Ayuntamiento de Villa del Río dentro del Programa Emple@30+, promovido por la Junta de Andalucía; comprendido en el año 2017 y que hemos ido actualizando durante 2018.
Surge este estudio, por tanto, dentro de una institución municipal llamada constitucionalmente a estar socialmente comprometida a favorecer la inclusión y cohesión de la ciudadanía, a contribuir al desarrollo personal y social de la misma y a propiciar el diálogo y la participación. Dentro del marco de las políticas culturales locales debe predominar, en este sentido, el discurso que otorgue a la cultura una importancia social muy elevada, que se preocupe por su democratización y acceso, así como por la conservación y difusión del patrimonio y el fomento de la creación cultural como nuevo patrimonio en formación.
En la concepción de esta acción concreta se ha tenido en cuenta tanto la intensidad de trasformación en relación con el colectivo participante como la relevancia social que tendría para la comunidad local en función de las necesidades observadas y los recursos y el tiempo disponibles; garantizándose, a través de su publicación, la utilización de los resultados.
En este trabajo tratamos, por un lado, de recopilar, clasificar y analizar la información derivada de la actividad artística de once creadores y una creadora villarrenses que, relacionados fundamentalmente con la disciplina pictórica o escultórica, han estado en condiciones de aportar una ingente cantidad de documentación de distinto tipo alusiva a sus propias historias de vida, a su trayectoria artística y a sus obras completando, a su vez, la información de que disponemos sobre la historia de las artes plásticas y movimientos culturales habidos en Villa del Río desde la primera década del siglo XX hasta la actualidad.
Haciendo uso de esta información hemos conseguido generar y dar forma a un conocimiento, en gran parte inédito; para proceder a su divulgación por distintas vías, tanto a través de la Conferencia ya impartida con motivo de la clausura de la VIII Muestra Bienal de Arte de Villa del Río -llevando por título 12 Artistas en el punto de ¡MIRA!. Pintura y Escultura en Villa del Río desde 1910, emitida también en diversos medios de comunicación locales – como a través del libro que tiene ahora entre sus manos, en el que incluimos la actualización de los datos de lo acontecido desde entonces hasta la fecha de publicación del mismo.
Los resultados del estudio dejan de manifiesto, entre otros, la importancia que ha tenido en el panorama cultural villarrense la práctica pictórica, (a través, fundamentalmente, de la técnica de óleo sobre lienzo y la representación de los géneros del retrato, paisaje y bodegón); cuyo máximo exponente y maestro, no sólo a nivel local sino nacional, se encuentra en la figura del pintor Pedro Bueno Villarejo, habiendo obtenido, entre otros grandes reconocimientos, la prestigiosa Primera Medalla Nacional de Bellas Artes en 1954. Sin embargo, no podemos obviar que otras disciplinas y técnicas hayan venido abriéndose paso de manera decidida a través de los que aquí van a tener su espacio, como es el caso de la Escultura a través de la Imaginería y Cerámica, el Arte Urbano a través del aerosol o Graffiti, la Ilustración con técnicas tanto tradicionales como digitales o de tatuaje e, incluso más tímidamente, las Artes Decorativas.
Así, la ola artística villarrense tendrá como precursores a Pedro Bueno y también a su coetáneo Blas Moyano, presentando una continuidad al menos en otras diez personalidades – la mayoría aún con mucho camino por recorrer dada su juventud -, existiendo entre ellas un heterogéneo entramado relacional: de magisterio o discipulazgo, de amistad o admiración, de afinidad o disensión, de reconocimiento o de referencia, de colaboración u homología profesional, e incluso de consaguinidad. A pesar de abordar las mismas disciplinas ya citadas, se incluyen aquí unos perfiles dispares, difícilmente clasificables bajo unos mismos parámetros, teniendo en cuenta sus desiguales circunstancias generacionales, formativas, técnicas, profesionales o estilísticas.
Es por ello que disponemos la exposición de cada uno de los creadores ordenada por antigüedad generacional, desde el más veterano a la más joven, mostrando así una suerte de línea genealógica y articuladora del panorama creativo de los últimos 108 años en Villa del Río, contados desde el nacimiento del pintor Pedro Bueno.
No podía faltar, por tanto, un espacio dedicado al maestro que, aunque sobradamente estudiado por Miguel Carlos Clementson Lope, dejará una estela que influirá decisivamente en muchos de sus paisanos reflejándose, de manera más o menos contundente, también en parte de los casos que aquí presentamos.
Aportamos, como apoyo contextual, un breve guión biográfico extraído de la Tesis doctoral del investigador antes citado, así como alguna muestra del testimonio gráfico que engrosa las colecciones particulares de nuestras personas entrevistadas, entre la que figura algún documento inédito hasta el momento.
En cuanto a los aspectos metodológicos, hemos procedido a dar los pasos habituales para este tipo de investigaciones: Una primera búsqueda, clasificación, selección, visionado y lectura de toda la información relacionada con nuestro tema objeto de estudio; realizada, fundamentalmente, en los fondos de la Biblioteca y Archivo Municipal y del propio Museo Histórico Municipal Casa de las Cadenas, así como en lo aportado por los propios creadores o informantes. En este caso, en la mayoría de las ocasiones, se nos ha cedido fundamentalmente material bibliográfico, hemerográfico, fotográfico, videográfico y artístico, así como diversos objetos de carácter personal – entre ellos los materiales de trabajo y las colecciones particulares de arte-.
Hemos de apuntar que la digitalización de las imágenes que aquí se muestran es fruto de la contribución de varias personas; viniendo ya dadas, bien desde las instituciones apuntadas, bien realizadas ex profeso por el personal del museo, de los propios artistas o informantes o por quien escribe estas líneas.
Por otro lado, la mayor parte del contenido textual que aquí publicamos se extrae de la entrevista personal realizada tanto a los propios creadores como a los informantes clave; cada una de las cuales ha ocupado una duración media de cuatro horas, que han tenido que grabarse y transcribirse para una adecuada gestión de los datos. Las cuestiones abordadas se han agrupado en distintos bloques temáticos: datos básicos, formación, trayectoria artística y expositiva, vínculos con Villa del Río y resto de creadores y percepciones sobre la invisibilidad de las mujeres artistas en la Historia. Además, hemos tratado de desvelar los principales rasgos personales, condición espiritual, afinidades e inquietudes artísticas y motivos de inspiración; ya que se trata de personas que, a diferencia de otras, están desarrollando una actividad en la que estos factores son, en muchas ocasiones, determinantes para que podamos tener una concepción más completa de sus universos creativos.
Una vez seleccionado el material de interés para el estudio que aquí nos ocupa; se ha procedido, en el caso de los documentos cedidos para consulta y reproducción, a sistematizarlos, digitalizarlos y depositarlos en el Archivo Municipal; y, en el caso de los textos, a redactarlos y contrastarlos con los artistas, antes de su publicación definitiva.
En cuanto a la forma de exponerlo, hemos pretendido huir de una literatura excesivamente ornamental y farragosa, para convertir el contenido en un texto sencillo y de fácil y clara lectura; aunque no por ello menos exigente y riguroso en sus datos y planteamientos. La prioridad para nosotros ha residido, desde el inicio, en el respeto más exquisito de lo que cada una de las personas aquí tratadas ha tenido a bien cedernos y contarnos desde una absoluta confianza, para que seamos quienes lo demos a conocer con la responsabilidad y cuidado que ello merece. Porque, no se nos debe olvidar, se trata, en definitiva, de doce vidas que se nos abren como abanicos mostrando lo más íntimo, personal, poderoso y genuino que cada una de ellas posee: su vida, sus obras, sus redes de apoyo, (instituciones, empresas, asociaciones, familiares, amistades, vecinos y vecinas…); que se vislumbran en este documento en forma de fotografías, dedicatorias, gestos, recuerdos, patrocinios, protecciones, mecenazgos, colaboraciones… y que los protagonistas han aprovechado para agradecer.
Por otro lado, y como apuntamos en líneas anteriores, uno de los bloques temáticos abordados en las entrevistas se relaciona con la invisibilidad de las mujeres artistas en nuestra Historia y, aunque hablamos de escalas diferentes de lo que pudiera ser una misma problemática, señalamos que no miramos hacia otro lado cuando, en nuestro caso, existe la práctica ausencia de mujeres entre los referentes que en esta ocasión rescatamos; figurando solo una – la ilustradora Dª. Virginia Garrido Millán – de doce personas.
Frente a las circunstancias que se nos presentan: El conseguir unos objetivos ya prefijados y la imposibilidad de aumentar los plazos para llevar a cabo la ampliación de los mismos – que pudiera ser, por ejemplo, incluir la búsqueda de un número equitativo de mujeres que cumplan similares condiciones -; nos hemos comprometido, al menos, a dejar constancia de esta ausencia y a animar a su superación en el futuro, dado el carácter abierto y susceptible de completarse del trabajo que presentamos.
Esperamos, por tanto, no sólo que se ponga en valor la obra de otros que han quedado en esta ocasión fuera del mismo sino, fundamentalmente, la de ese colectivo de mujeres que, a buen seguro, han estado ahí y que desconocemos debido a las desigualdades sufridas, (lo que el movimiento feminista ha denominado suelo pegajoso y techo de cristal). No puede ser, además, más coincidente con la problemática que tratamos que, en la misma semana en que nos encontramos escribiendo estas palabras, nos llegue la triste noticia del fallecimiento de Linda Nochlin, (1931 – 2017), maestra de historiadoras.
Será ella la primera en preguntarse por la ausencia de grandes mujeres artistas en la Historia, poniendo el dedo en la llaga en la década de 1970, haciendo así tambalear los cimientos de la Historia del Arte tradicional. Ella, entre otras, nos obligó a preguntarnos por qué no existen genias del arte entre los grandes genios. No es ésta una cuestión biológica derivada del sexo; sino cultural, derivada del género y de las desigualdades en las que, a lo largo de los siglos, se han visto situadas las mujeres en todos los planos: doméstico, privado y, sobre todo, público.
Los factores institucionales y sociales no han permitido que el talento que tuvo ocasión de demostrar Miguel Ángel, (1475 – 1564), o Rembrandt, (1606 – 1669); se desarrollara libremente en el caso de las mujeres. A ellas se les permite acceder más tarde que a los varones al estudio del desnudo al natural que, desde el Renacimiento hasta el siglo XIX, había constituido un estadio fundamental en la formación de cualquier artista. Ello conllevaba que no pudieran consagrarse a géneros como la pintura de acontecimientos históricos o mitológicos, quedando relegadas obligatoriamente a la práctica de los géneros menores y a la imposibilidad de acceder a los premios que exigían destrezas en las otras temáticas. No poder formarse en los talleres – excepto si existía relación familiar con el maestro – imposibilitaba la obtención de la habilidad técnica que sí tenían sus colegas hombres y, aunque alcanzaran una celebridad considerable, como en el caso de Sofonisba Anguissola, (1532 / 35 – 1625), su alta posición social le impedía vender su obra; dando lugar a que éstas circularan por las cortes y casas nobiliarias europeas como regalos.
El acceso a las academias públicas también se hizo imposible para ellas en un primer momento, debiendo desembolsar la diferencia en las privadas. Y aquellas artistas que, a lo largo de los siglos XVII y XVIII, fueron aceptadas excepcionalmente en dichas instituciones, como Rosalba Carriera, (1675 – 1757), Anne Vallayer – Coster, (1744 – 1818), o Elizabeth – Louise Vigée – Lebrun, (1755 – 1842); no gozarían de los mismos privilegios.
La crítica que, desde el Renacimiento al siglo XX, se ha vertido sobre las artistas; ha tendido, por lo general, a considerar a las autoras como una prodigiosa excepción dentro de su género, o han atribuido su éxito, en muchas ocasiones, a su juventud, su belleza o su encanto. La historiadora del arte Patricia Mayayo explica en su libro Historias de mujeres, historias del arte, cómo no ha sido extraño que la valoración de los críticos cambiara sensiblemente tras la reatribución de algunas obras que, en principio, se creían de hombres; para descubrir que la creadora era mujer.
Incluso el estudio de las obras realizadas por mujeres ha sido especialmente complicado, ya que el hecho de que muchas de ellas tuvieran que utilizar pseudónimos masculinos para alcanzar, entre otras cosas, una justa cotización; dificulta la catalogación de estos fondos y su acceso en los almacenes de los museos. Tampoco es baladí la problemática de conservación y deterioro que sufren algunas de estas obras, al haber carecido sus autoras de los conocimientos técnicos necesarios para evitarlo. Otras tuvieron que arriesgarse a ser multadas al adoptar las vestimentas masculinas que les permitían acudir a aquellos espacios públicos reservados a ellos; desde los que podían observar de cerca determinadas escenas de interés, como fuera el caso de Rosa Bonheur, (1822 – 1899); que se especializó en representar animales y acudía disfrazada de hombre a las ferias de ganado, previa autorización.
Otro condicionante impuesto, por tanto, sería la obligación de trabajar sólo en aquellos espacios relacionados con la respetabilidad de las mujeres, como parece tener su consecuencia en la mayoría de las obras de las pintoras Mary Cassatt, (1844 – 1926), o Berthe Morisot, (1841 – 1895).
Será en la década de 1970 cuando se produzca una auténtica revolución en este sentido. No podemos obviar la repercusión que tendrá la teoría del movimiento feminista y su contribución a revolucionar la noción de arte. Con The Dinner Party, Judy Chicago pretendía paliar el vacío de herencia de otras artistas intentando crear una Genealogía femenina, siguiendo las exhortaciones de Virginia Woolf, (1882 – 1941), a rescatar del olvido la herencia de las madres. Con todo, no estará exenta de críticas, dada su similitud con la estructura patriarcal que había presupuesto un sujeto femenino universal implícitamente blanco, occidental, heterosexual y de clase media.
En los ochenta, la protesta de las Guerrilla Girls contra la exposición que el MoMA de Nueva York publicitaba como integrada por los artistas más importantes del momento y en la que no había ni sola una mujer artista, ha pasado a la historia como un gran avance en la conciencia social de estos círculos. Todavía hoy, sin embargo, siguen teniendo vigencia muchas de sus consignas, quizás porque aún no se ha conseguido paliar esa marginalización de la mujeres en el arte.
A pesar de todas estas dificultades que las artistas han sufrido a lo largo de la historia en relación con sus colegas varones; estas mujeres artistas han existido demostrando, en cada uno de sus contextos, algo que hoy es obvio: Que el sexo biológico no es en absoluto condicionante.
Se nos presenta entonces otra cuestión aquí y es que, si existen, por qué no trascienden ni apenas aparecen en nuestros libros de texto o se contemplan en los currículos educativos. ¿Es que nuestro sistema educativo se encuentra al servicio de las desigualdades, sustrayéndonos buena parte de nuestro bagaje cultural? La profesora e investigadora Ana López – Navajas publicó uno de los primeros estudios sobre ello en 2014 bajo el título Las mujeres en los contenidos de la Educación Secundaria Obligatoria que reveló la exclusión de las mujeres en los contenidos académicos de la enseñanza secundaria española: Sólo el 7,6% de los referentes culturales y científicos que aparecen en los libros de texto de la ESO eran mujeres. Esto no mejora en el contenido impartido en las carreras universitarias dedicadas a la formación en la Historia del Arte. Según la autora, esto se debe a que, en líneas generales, aunque a las escritoras, científicas, músicas, etc., les hayan sido reconocidos socialmente sus logros; no pasan a verse reflejados en los escritos. Además, como su producción cultural no se corresponde, ni en perspectiva ni en género discursivo, al canon androcéntrico; es excluida de las historias y no crea genealogía.
Con todo, según la experta, no sólo se trata de paliar esta carencia incluyendo sus nombres, sino de poner el foco sobre la creación femenina y no en comparación con la masculina, sino en relación con su propia creación; ya que no existe ni una historia ni una cultura sin mujeres.
Teniendo en cuenta todo lo anterior y que, aunque en esta publicación no haya sido posible, al menos, procurar esa igualdad numérica; no hemos querido dejar pasar la oportunidad de incluir una reflexión sobre ello, manifestando nuestro ánimo para que se produzca esa ampliación que en el futuro nos dé una visión más completa de nuestra realidad cultural, también en el plano local.
En conclusión decimos que, aunque todo trabajo es perfectible, hemos de reconocer que el mismo nos ha dejado una gran satisfacción también en lo personal, no sólo al final sino durante todo el proceso; suponiendo para nosotros un pequeño paso cohesionador y transformador a nivel comunitario, vistas las primeras consecuencias y en función de las necesidades que se pretendían mitigar.
Así, teniendo en cuenta que el concepto social de cultura tiene su origen en el crecimiento y desarrollo integral de la persona, se han observado mejoras a raíz del encuentro con motivo de la Conferencia antes citada, no sólo en el plano particular de los artistas, sino de la propia comunidad. Así, en el primero de los casos, podríamos aludir a la vinculación establecida entre éstos y la institución municipal. En este sentido, se han realizado nuevas acciones de colaboración para el desarrollo de exposiciones dentro y fuera de la provincia, de apoyo para su proyección profesional o para la impartición de clases de Pintura o Escultura; además de haberse dado un necesario acercamiento entre los propios creadores, de generaciones, estilos o criterios culturales a priori antagónicos.
Pero el concepto social de cultura evoluciona también con el crecimiento colectivo de las sociedades, por lo que darse a conocer por parte de los creadores ha originado en la comunidad cierta curiosidad, motivación y disfrute; y ha posibilitado el acceso a una valiosa información, no sólo para saber más sino para conocerse mejor.
Además, el reconocimiento por parte, tanto de la institución como de la ciudadanía, de la importante contribución de determinadas acciones colectivas, (como la de ciertas asociaciones culturales); o la inclusión de determinados estilos o disciplinas otrora denostadas, (como el Arte Urbano o la Escultura), o de más reciente auge, (la Ilustración digital o tatuada); en la formación de un nuevo imaginario local, tiene efectos importantes. Esto no sólo permite recomponer la autoestima de ciertos agentes y sectores, sino que ha posibilitado también activar el deseo de participación de los mismos e, incluso, el retorno de los artistas, (como es el caso del traslado del taller de D. Sebastián Montes así como sus clases). Esto redunda, sin duda, en una mejor salud social, cultural y democrática de nuestro municipio.
En último término, nos quedaría también pensar qué impacto tendría la presente publicación física, esperamos que positiva. En definitiva, se pretende que este estudio, expuesto de modo biográfico, siente las bases para otros posteriores, vinculados a los múltiples aspectos aún por abordar en el estudio de la historia de la cultura artística villarrense. Quizás interese hacerlo desde posturas más críticas que etnográficas, o más científicas que divulgativas; fórmula ésta, la divulgativa, que sí nos permite a nosotros dar ese carácter más instrumental que finalista, más natural que académico, más comunitario que universal; pensado para el acercamiento de la ciudadanía villarrense a su historia, su identidad, su patrimonio más reciente… reconociéndose en lo que lee. Porque, en definitiva, la cultura pudiera ser un patrimonio acumulado que se encarna en un conjunto humano.
Para finalizar, aprovechamos este espacio para agradecer la oportunidad a todas las personas implicadas en el mismo. Al Sr. Alcalde del Excmo. Ayuntamiento de Villa del Río: D. Emilio Monterroso Carrillo y, de forma especial, al Sr. Concejal de Cultura: D. Francisco Javier Luna Mantas; así como los artistas e informantes, cuya generosidad y disposición mostrada durante estos algo más de seis meses de trabajo han contribuido a facilitarlo sobremanera.
A todas, GRACIAS.