Dª. Francisca Peralta Martínez, conocida por todos los villarrenses como Paquita, nace en plena Guerra Civil española en Valdepeñas, provincia de Ciudad Real, de donde eran naturales sus padres.

D. Manuel Peralta Palacios, su padre, era de Moral de Calatrava y se ganaba la vida como chófer; hasta que más tarde quedó sin empleo y buscó trabajo en el oficio de tabernero…

Su madre, Dª. Isabel Martínez Laguna, era natural de Valdepeñas de Ciudad Real; en su juventud trabajó en casa de una familia ayudando en los quehaceres domésticos, dejando este trabajo al contraer matrimonio con D. Manuel. Desde ese momento se dedicó a su casa y al cuidado de su numerosa familia. Es aquí, en Valdepeñas donde, el 25 de marzo de 1938, nace Dª. Francisca Peralta Martínez en unos años nada fáciles; en los cuales la escasez y la miseria eran la única compañía de la mayoría de personas que les tocó vivir este capítulo tan oscuro de la historia de España que nunca debería volver a repetirse. ¡En nuestras manos está que no vuelva a ocurrir!

La familia tuvo cinco hijos, de los que sobrevivieron tres de ellos: María, la mayor; Paquita, la segunda; y José, el quinto de los hermanos.

Como hemos indicado antes, su padre quedó sin empleo y la familia con la que estuvo mucho tiempo trabajando Isabel, su mujer, le propuso regentar una taberna en Villa del Río, primer pueblo de la provincia de Córdoba viniendo por la carretera general desde Madrid. D. Manuel se instaló en nuestra localidad nueve meses antes que su familia y, más tarde, se trasladaron todos a su nuevo hogar, en este punto comienza su historia en Villa del Río. 

Paquita cursó sus primeros años de enseñanza, como pudo, en plena Guerra Civil, en su lugar de nacimiento hasta que, con 7 años, llega a nuestra localidad.

La familia se instala en la misma casa de la taberna, en la calle denominada Víctimas del Marxismo – antigua calle de La Cárcel, hoy denominada calle Guadalquivir, junto a la farmacia de D. Miguel Lope y López de Rego; en la que estuvo la taberna hasta que se jubiló la madre de Dª. Paquita, que sobrevivió a su marido y fue la que siguió regentando la misma. 

La casa tenía la taberna a la izquierda, los toneles de vino al fondo, y unas estancias dedicadas a comedor, dormitorios, cocina y pozo, lavadero con pila y váter en los patios. La parte superior de la vivienda eran unos graneros sin uso. Aquí vivieron durante 27 años. Cuando Dª. Francisca tenía 10 o 12 años, en estos patios hacían teatros entre amigos y vecinos y cobraban una perrilla. Sus amigas eran Mari Mantas, Carmen Bello…

Pero volvamos atrás: A los 7 años Dª. Francisca llegó a Villa del Río, donde se matriculó en los Grupos Escolares Poeta Molleja, permaneciendo allí hasta los 13 años. Era buena estudiante, con buena memoria, atenta en clase y a menudo obtenía un 10 en los resúmenes que hacía aunque, como ella misma indica, no tenía buena letra.

Recuerda como maestras a Dª. Julia, Dª. Ana – esposa de D. Bartolomé de Casalilla -, y a Dª. Joaquina; y las obras de teatro que hacían en los grupos bailando, disfrazada de portuguesa…Dª. Estrella era la directora de las actividades teatrales.

Con 13 años deja los Grupos Escolares y se marcha a Valdepeñas bajo la tutela de una prima hermana de su madre, que le iba a enseñar a cortar y coser. Con ella estuvo unos 6 meses, ya que enfermó de tifus y volvió junto a su madre para reponerse, volviendo al año siguiente para completar su formación. Más tarde volverá de nuevo para aprender a hacer prendas de abrigo.

Con 16 años ya contaba con una sólida formación como costurera, cortando directamente sobre la tela. Tomaba las medidas, las marcaba con un jaboncillo sobre la pieza, la cortaba, la hilvanaba, hacía la primera prueba, rectificaba, cosía a máquina, remataba a mano, planchaba y entregaba y, por supuesto, cobraba. Ha sido, a la par, muy aficionada a la lectura. Le encantaba leer, sobre todo novelas románticas; sin olvidar la radio, que la acompañaba cada día en su trabajo, con esas interminables novelas de amor y desamor.

Comenzó a trabajar en Villa del Río, en su casa o en casa de quien lo solicitara. Allí confeccionaba: vestidos, chaquetas, abrigos, ropa para niños, vestidos para teatros, para disfraces, para los santos de la iglesia y ermitas, túnicas de nazareno, para el Señor del Huerto, San Juan, Cristo de la Humildad, para Padre Jesús, las camisolas y ropa externa, etc. En algunos casos ayudaba a las Hermandades cortando túnicas de nazareno que no cobraba. Era su forma de contribuir con ellas.

El primer vestido de novia que hizo lo regaló, por una promesa. Le ayudaban chicas que aprendían a su lado. Dos de ellas han seguido cosiendo, bien para la calle o para sí mismas, como Dª. Maruchi Casado y Dª. Angelita Moyano, Dª. Ani Castro, Dª. Juani Castellano, Dª. Carmen Borreguero y Dª. Mª Enriqueta Prieto. También Dª. Josefa, Dª. Manuela, Dª. Conchi, Dª. Cariño y Dª. Rocío…

Haciendo un poco de historia, queremos también mencionar y así recordar a otras costureras y modistas de esa época como eran: Dª. Anita Martos Castro, Dª. Catalina Benítez – que contaba con aprendizas que le ayudaban a terminar la ropa -, Dª. Bernarda Fernández Navarro, Dª. Isabelita García García – modista que tuvo una academia -. Dª. Anita la del Pescao, Dª. Felisa Coba, Dª. Josefita Acevedo Navarro, Dª. Anita Melendo Ruiz, Dª. Concepción Moyano Agudo, Dª. Antonia Cantero, Dª. Leonor Castro, Dª. Isabelita Solís, Dª. Paquita de la Rosa, Dª. Concha Melendo, Dª. Isabel García García. De vez en cuando se ponían de acuerdo sobre los precios de cada uno de los arreglos y cortes que hacían. 

Paralela a esta actividad, por la que se le hace este reconocimiento, Dª. Paquita también estuvo trabajando 10 años como taquillera en el Cine Olimpia, tanto en la sala de verano como de invierno. Como anécdota nos cuenta que los chicos le pedían que les guardara la entrada de cine junto a la persona que les gustaba. Así, de alguna manera, ejerció de hada madrina o Celestina de algunas parejas que ha unido y que le están eternamente agradecidas.

Además de películas de cine, allí también se representaban obras de teatro, revistas musicales, cante flamenco…, pudiendo conocer a D. Antonio Molina, (D. Antonio Molina de Oses Castillo Hidalgo, (Málaga, 9 de marzo de 1928 – Madrid, 18 de marzo de 1992)), D. Juanito Valderrama, (D. Juan Manuel Valderrama Blanca, (Torredelcampo, (Jaén), 24 de mayo de1916 – Espartinas, (Sevilla), 12 de abril de 2004), Dª. Perlita de Huelva, (Dª Antonia Hernández Peralta, (Huelva, 27 de febrero de 1939), La Niña de la Puebla, (Dª. Dolores Jiménez Alcántara, (La Puebla de Cazalla, (Sevilla), 20 de julio de 1908 –  Málaga, 14 de junio de 1999), y otros muchos…

El sueldo de sus trabajos lo entregaba a su madre, que era la que administraba los gastos de la casa; ya que su padre murió joven, con 56 años. Dª. Paquita contaba con 23 años cuando perdió a su padre y su hermano pequeño tenía 13 años. Su hermana mayor estaba ya casada y era independiente; de manera que ella trabajaba fuera y también dentro de casa, ayudando en la taberna.

Su jornada laboral era de casi 8 horas diarias con la aguja y, en ocasiones, terminando los encargos y planchándolos hasta altas horas de la madrugada.

A fines de 1972 se cierra la taberna, por jubilación de su madre, después de 27 años de actividad; y se traslada con ella, – que fallece, en 1994, con 88 años -, a la C/ Córdoba nº 17 – 1º-Izq., en la barriada de Jesús. Allí siguió ejerciendo su actividad como costurera hasta que se jubiló, con 65 años, hace ya 15 años. Hasta hace cinco años estuvo haciendo trajes de novia; los últimos fueron los de Dª. Ana Mármol y Dª. Ana García, sobrina de Dª. Paquita. Todavía sigue haciendo alguna ropa para festivales, trajes de aldeana, de flamenca… 

Su familia está formada por sus hermanos – Dª. María y D. José -, y sus sobrinos, sobrinos nietos y hasta biznietos, que viven cerca de ella. No se casó porque no quiso, ya que tuvo dos pretendientes pero, por propia decisión, permaneció soltera. Ha sido madrina de sus sobrinos Manolo, María, Isabel, Loren y Estrella María. Fue madrina del Señor del Huerto, el 25 de febrero de 1996, con motivo de la bendición de la nueva imagen y los cetros.

En la actualidad se dedica a su casa, algunos trabajillos de costura, trajes estilo flamenca para la feria, trajes típicos de segadores, arreglos de amigas y vecinas; a la lectura y a charlar con la familia y amigos.

Desde estas líneas reciba este merecido Reconocimiento del Pueblo de Villa del Río.