ACTO I
PRIMERA Y ÚNICA ESCENA

En el escenario, una litera y una mesilla de noche para ambientar el interior de una celda. Una salida lateral que coincide con la entrada a la celda. Se abre el telón y Billy y Ron duermen.

BILLY: (Se despereza poco a poco y da un salto desde la cama de arriba de la litera. Se acerca a observar a su compañero, que aún sigue dormido. Le zarandea ligeramente para despertarlo) Ron, Ron. ¿Estás dormido?

RON: (Medio dormido) Pues lo estaba hasta hace un momento, joder. ¿Qué narices te pasa?

BILLY: No sé, no puedo dormir. No puedo quitarme de la cabeza que dentro de unas horas ya no estarás aquí.

RON: Al que van a cargarse dentro de un rato es a mí, capullo. Anda, vuelve a la cama y duérmete de una vez. (Se da la vuelta para dormirse de nuevo)

BILLY: Pero, ¿cómo puede ser que estés tan tranquilo? Si yo fuera tú, no sería capaz de pegar ojo en toda la noche.

RON: (Se incorpora) Pues ve acostumbrándote. En un par de añitos, estarás en la misma situación que yo.

BILLY: No sé, Ron. Yo tengo todavía esperanzas de que revisen mi caso y finalmente mi abogada me saque de aquí. Es muy buena, y me ha prometido que va a hacer lo imposible para que no me quiten de en medio. 

RON: Ese cuento ya me lo sé. No seas idiota, Billy, a mí también me juraron una y otra vez que revisarían mi caso. Hasta esta última semana han estado dándole vueltas, pero el hijoputa del gobernador nunca dará su brazo a torcer. Hace siglos que no se concede un indulto en Arkansas. Cuando me condenaron a muerte pensé que tenía mucho tiempo por delante y que más tarde o más temprano terminarían por compadecerse de mí, pero cuando entras en una cárcel como esta y empiezas a tratar con esta escoria, te das cuenta muy pronto de que no volverás a ser libre nunca. (Billy se sienta en el suelo y agacha la cabeza con gesto de preocupación) Perdona, tío, no me hagas caso. (Se acerca para darle ánimos) Seguramente en un par de años las cosas puede que cambien y hasta eliminen la pena de muerte de una puta vez. No pierdas la esperanza, lo que te he dichoes solo porque yo no he tenido suerte y ya no me creo nada, pero por supuesto, tienes que seguir peleando por tu vida. 

BILLY: (Se levanta y camina de un lado a otro) Eso es, Ron, eso es. Pelearé por demostrar que soy inocente, que yo no maté a esa chica. Al final mi abogada demostrará que no hay pruebas suficientes, ya verás. 

RON: Bueno, verlo no creo que lo vea porque en unas horas ya estaré tieso, pero seguro que lo consigues.

BILLY: Joder, tío, perdóname. Soy un egoísta. En lugar de animarte para que no pienses en nada, te despierto y te taladro la cabeza con mis movidas. Lo siento, de verdad.

RON: Tranquilo, Billy. Estoy preparado para largarme para siempre de esta puñetera vida. Al fin y al cabo, tampoco te creas que me sería muy feliz si me hubieran condenado a cadena perpetua. Prefiero que me maten a pasar toda mi vida encerrado aquí. ¿Acaso crees que esto es vida? Si no me mataran terminaría como un cencerro, como muchos de los que están aquí. ¿Te has fijado en Jeremy? Ese pobre desgraciado lleva aquí ya cinco años y apenas está cuerdo una o dos horas al día.

BILLY: Según dicen lo pasó muy mal cuando llegó. Tuvieron que medicarle mucho tiempo y no se relacionaba con nadie. Se pasaba los días llorando. Pobre chaval.

RON: Me compadezco de él. Deberían cargárselo y punto. Total, ya está muerto.

BILLY: No te pases, Ron.

RON: Es un despojo humano. Deberían tener algo de consideración y meterle ya la puta inyección. Así podría descansar de una vez.

BILLY: ¿Sabías que tiene un hijo? Pobre chaval. Yo me acuerdo de mi pequeño una y otra vez, no dejo de pensar en él. (Se emociona)

RON: Venga, chavalote. No te vengas abajo otra vez. Recuerda: siempre fuerte.

BILLY: Eso es, siempre fuerte. Si no archivan mi caso siempre puede haber alguna esperanza. A muchos condenados se les ha liberado al cabo de los años al demostrarse que eran inocentes. Mi mujer y mis padres están dejándose la vida para que se reabra el caso y poder demostrar así que yo no lo hice. Joder, ¿por qué diablos no ha podido pasarte a ti algo así? 

RON: Muy sencillo, Billy. Porque yo no soy inocente.

BILLY: ¿Qué estás diciendo?

RON: Lo que oyes, Billy. Me cargué a ese tío y lo volvería a hacer otra vez sin pensármelo dos veces. Mi abogado me aconsejó que me declarara inocente y así lo hice, pero nadie se creyó mi coartada, era un disparate.

BILLY: No me lo puedo creer. Llevo apenas dos semanas contigo en esta celda, pero estoy seguro de que eres un buen hombre. Tú no tienes pinta de asesino, Ron.

RON: Pues lo soy…, ya lo creo que lo soy.

BILLY: Y sabiendo lo que te va a pasar, ¿no te arrepientes de haberlo hecho?

RON: Para nada. Ese idiota me quitó lo que más quería, Billy. Se lió con mi mujer y entre los dos me apartaron de mi hija para siempre. Lo único por lo que valía la pena vivir era por ellas, y ese cabrón me quitó a las dos de un plumazo. No dudé ni un instante en volarle la cabeza cuando lo tuve delante y sé que, si ahora mismo lo tuviera aquí, haría lo mismo. Así que supongo que debo pagar por ello y pudrirme en el infierno. Al fin y al cabo, tampoco tiene que ser tan malo el descanso eterno, ¿no? Será como estar durmiendo y no despertarte nunca más. El sueño más largo y más profundo de mi vida. Casi tendría que darle las gracias al gobernador de Arkansas por no abolir la pena de muerte, Billy. (Se ríe)

BILLY: Joder, Ron. No entiendo tu sangre fría ni te creo. En el fondo te comportas así para esconder el pánico que tienes. Todo el mundo le tiene miedo a la muerte.

RON: Pues yo no. Si al menos tuviese algo por lo que luchar ahí afuera, aún podría tener ganas de salir de aquí. Pero no tengo nada, amigo. Ni familia, ni amigos, ni dinero. Hace ya mucho tiempo que dejé de soñar, Billy. Lo mejor que me podría pasar es que reconsideraran mi pena y me dieran un indulto, y aun así seguiría aquí el resto de mis días. ¿Me entiendes ahora? Esta vida ya no está hecha para mí. Lo que tenía que hacer ya lo hice en su momento y cuanto antes me pire, mejor.

BILLY: Alucino contigo, Ron. ¿En serio no tienes miedo?

RON: ¿Miedo? No, qué va. Hace mucho que dejé de sentir miedo en mi vida. Mi padre me daba palizas casi desde que nací y se follaba a mi hermana cada semana. En esa época, cuando solo era un niño, sentí todo el miedo que un ser humano es capaz de sentir en toda su vida. No sabes lo que es ver a tu padre y en lugar de darle un abrazo o acercarle tu mejilla para que te dé un beso, tener que cubrirte la cara con las manos porque su saludo siempre era una hostia bien dada. ¡Qué hijo de puta! Mi madre se suicidó porque ya no aguantaba más cuando yo solo tenía quince años, y ese mismo día decidí vengar su muerte cargándomelo.

BILLY: ¿Quieres decir que asesinaste a tu padre?

RON: Entre mi hermana y yo lo envenenamos una noche. Todavía me acuerdo de su cara agonizante cuando terminó de cenar y se sentó en el sofá. Me acerqué para ver cómo moría y creo que ha sido el momento de mayor placer en mi vida. Mientras se ahogaba, yo me reía a carcajadas en su cara. Recuerdo que mi hermana se encerró en su cuarto y no salió hasta que la policía llegó a casa. Pero yo disfruté, Billy, disfruté viéndole morir. Verle agonizando me dio fuerzas para poder seguir adelante. La de noches que deseé que muriera mientras dormía y que al despertar ya no tuviera que escuchar sus gritos…

BILLY: Pero, ¿no se pudo demostrar que lo hicisteis vosotros?

RON: No, no pudieron demostrarlo. O al menos no dijeron nada. Nadie sintió la muerte de mi padre, todo el mundo sentía desprecio por él. Recuerdo que el inspector de policía se me acercó unos días después de que mi padre muriera y me dijo al oído: No vuelvas a hacer algo así. Ese día entendí que en el fondo le había hecho un favor al mundo cargándome a mi padre. Lo que no sabía todavía es que ese odio que sentí por él me acompañaría el resto de mi vida hasta el día de hoy. Sin darme cuenta, mi padre me había convertido en un asesino, Billy. Y aquí me tienes.

BILLY: Pero no lo entiendo. Después de la muerte de tu padre conseguiste rehacer tu vida y ser feliz. 

RON: Sí, pensaba que me había deshecho de la herencia de papá, pero me equivocaba. Ese odio se queda para siempre incrustando en tu corazón y no existe forma humana de olvidar. Me despierto muchas noches pensando que de un momento a otro papá entrará en la habitación para cepillarse a mi hermana. ¿Puedes llegar a imaginar la impotencia que sentía cuando le tapaba la boca mientras se la tiraba y me miraba de reojo? Ese mal nacido sabía que yo estaba despierto, mirando aquella imagen, y disfrutaba todavía más cuando me veía con lo ojos abiertos. Y no fui capaz ninguna de esas noches de levantarme y defender a mi hermana, Billy, no fui capaz de ser un hombre y cargarme a ese desgraciado en ese momento. (Silencio) Supongo que pensaba que después de su muerte podría ser feliz, pero el rencor no te deja vivir en paz ni por un instante. Cuando me casé y tuve a mi hija me di cuenta de que jamás permitiría que nadie les hiciera daño.

BILLY: Eso es algo muy comprensible, Ron.

RON: Lo sé, pero lo que no sabía era que cuando la rabia se acumula a través de los años, siempre terminas buscando un motivo, sea el que sea, para poder liberarla y conseguir así estar en paz contigo mismo. 

BILLY: Por eso mataste a aquel hombre, ¿verdad?

RON: Sí. Cuando mi mujer me abandonó sentí de nuevo ese odio que pensaba que ya no volvería a sentir jamás, pero aun así fui capaz de respetarla. Me alejé de Fort Smith y me fui a vivir a cuarenta millas de allí. Pensaba que podría conocer a alguien y que volvería a enamorarme, pero no fui capaz. Alejarme solo me sirvió para sentirme todavía peor y poco a poco Jenny, mi hija, se fue distanciando de mí hasta que finalmente decidió no verme nunca más. Mi mujer y ese capullo le metieron en la cabeza que yo no la quería y que era mejor que no se acercara a mí.

BILLY: ¿Y por qué no recurriste a la justicia?

RON: Pero, ¿me estás hablando en serio? Tú, que eres inocente y estás condenado a muerte, ¿todavía crees que la justicia sirve para algo? Querido Billy, cuando te has criado en un ambiente de infelicidad constante como el mío, aprendes que Dios no existe, que la vida es una puta mierda para algunos cuantos desgraciados como yo y que la única verdad es que al final, solo te tienes a ti mismo. Mírame ahora. ¿Acaso a alguien le importa que en una horas me vayan a matar? No, Billy, no; estoy solo, como cuando vine a este mundo, y solo me voy a largar de él.

BILLY: No digas eso. Dios está contigo y jamás te abandonará.

RON: No digas chorradas. Ese Dios en el que tú crees no es más que un motivo al que poder agarrarte y poder morir en paz. Si quieres seguir creyendo que hay algo después de la muerte, adelante. Al fin y al cabo te servirá para poder estar es paz contigo mismo aquí dentro, pero no esperes verme rezar antes de largarme de aquí. La vida no está hecha para mí, sin más.

BILLY: No sé, Ron. Creo que te equivocaste y te dejaste llevar por el rencor, porque tú eres un buen tío.

RON: Lo soy, te lo he demostrado todos estos años. Pero nací con la marca del odio en mi frente y más tarde o más temprano, terminaría por honrar a mi padre.

BILLY: ¿Qué quieres decir con eso?

RON: Pues que al final he acabado siendo un infeliz como él. Inconscientemente, he seguido sus pasos desde la sombra, Billy. Me he convertido en un asesino, no he sido capaz de romper con mi estigma familiar. Me voy de este mundo tranquilo, pero jodido por no haber sabido librarme de toda la mierda que papá me dejó antes de morir. Ese capullo se vengó bien de mí. Recuerdo que me repetía una y otra vez que jamás conseguiría ser nada en la vida, que terminaría siendo un desgraciado como él. Y tenía razón. Mi abuelo también se portó mal con él. Lo maltrató y se las hizo pasar muy jodidas desde que era solo un niño. Trabajó de sol a sol y en cuanto pudo se casó con mi madre para alejarse de él, pero ya era tarde. Como yo, ya sentía el odio en lo más profundo de su corazón y no tardó en sacarlo con mi madre, a la que en realidad nunca quiso. Después llegué yo y me convertí en su nueva víctima, y poco después mi hermana, mi hermanita, a la que siempre trató como si fuera una puta.

BILLY: Pues yo me quedo con todo lo bueno que tienes, Ron. Eres un tío legal y te mereces otra vida mejor. Y aunque hayas renegado de Dios, yo rezaré por ti porque sé que en la otra vida sabrá recompensarte y por fin podrás descansar. 

RON: Te agradezco que pienses eso de mí. La religión está para aquellos que necesitan creer en algo y aferrarse así a la esperanza de que aún les queda algo bueno además de esta vida. Pero yo sé de sobra que no me queda nada más, que en un rato me despediré para siempre de este mundo y lo haré convencido de que todo lo que me ha ocurrido habrá servido para algo. Cuando mi hija se acuerde de mí, sabrá que las cosas hay que hacerlas mejor en la vida, pero que no puedes apartar a tus hijos del cariño de su padre. Creo que a estas alturas ya me habrá perdonado, ¿verdad, Billy?

BILLY: Seguro, Ron.

RON: Todo el mundo se apiada de la gente que va a morir. Solo espero que mi hija se quede con lo mejor de mí y que, después de muerto, me mantenga vivo en su recuerdo, aunque solo sea de vez en cuando. 

BILLY: Cuenta con ello, Ron. Eres un tío muy grande. (Ron y Billy se abrazan)

RON: Anda, descansa un poco y duérmete, que se te cierran los ojos.

BILLY: No, de eso nada. Quiero estar contigo hasta el último momento. Esta vez no te sentirás solo, amigo mío.

RON: Tranquilo, Billy, estoy bien. De hecho voy a intentar dormir un rato. Con suerte hasta tengo mi último sueño.

BILLY: (Recostado en su catre) ¿Y cómo te gustaría que fuese?

RON: ¿Mi sueño?

BILLY: Sí. ¿Qué te gustaría soñar esta última noche? Cuéntamelo, Ron. Me hará sentirme bien, así podremos soñar juntos. Eso es. Llévame contigo, amigo. ¿Dónde quieres ir?

RON: De acuerdo, chaval. (Se recuesta también y comienza a imaginar con una sonrisa en sus labios) Pues nos vamos al día en el que conocí a Lucy, a mi mujer. Estaba en la bolera con unos colegas. Había bebido ya varias cervezas y comenzaba a sentirme muy alegre, ya sabes.

BILLY: Sí, claro que sí. ¡Qué subidón, Ron! Ya no me acuerdo apenas de cómo se siente uno cuando bebe alcohol. Sabes, creo que si finalmente también muero aquí, pediré una buena botella de vino una hora antes de que me quiten de en medio. Para mí sería la mejor forma de dejar esta vida. 

RON: Joder, tío, pues no es mala idea. Podrías habérmelo dicho antes.

BILLY: Pero sigue. Estabas en la bolera.

RON: Sí. De repente apareció ella, vestida con unos vaqueros bien apretados y una camisa amarilla que dejaba entrever unos pechos preciosos. Nada más verla supe que sería para mí. Algunos de mis colegas quisieron ligar con ella, pero Lucy también se fijó en mí desde el primer momento. Esa noche acabamos retozando en el asiento de atrás de mi coche y recuerdo que ya le dije que la quería.

BILLY: ¿En serio? No tienes pinta de romántico, Ron.

RON: Pues lo soy. De hecho, desde aquella noche fue la única mujer en mi vida. Pensaba que ella me haría olvidar toda mi jodida infancia y que tendría una oportunidad de ser feliz, en algún momento hasta lo creí de verdad. 

BILLY: ¡Qué pena, Ron! Cuando hablas de ella se nota que estabas enamoradísimo.

RON: Así es, lo estaba. Esa chica me devolvió las ganas de vivir, Billy. Me hizo creer de nuevo en el amor y me dio una segunda oportunidad para poder ser feliz, pero al final terminó riéndose de mí como mi padre. Tal y como te he dicho antes, nací condenado a ser un infeliz. ¿Acaso crees que si Dios existiera sería así de cabrón conmigo? (Silencio) Billy, ¿estás despierto? (Billy no contesta. Ron se asoma para comprobar que se ha dormido) Pobre chaval. (Habla solo) Descansa, amigo, descansa. Yo no puedo ni quiero, ya tendré tiempo de dormir dentro de unas horas. (Enciende un cigarrillo y se recuesta en la cama) Voy intentar soñar despierto, esa va a ser mi despedida de este mundo: haciendo todo lo que hubiese querido hacer si me hubieran dejado vivir… (Sigue fumando y la escena se oscurece lentamente) 

ACTO II
PRIMERA Y ÚNICA ESCENA

La escena se ilumina poco a poco y Ron y Billy están completamente dormidos. Aparece Henry, el oficial de policía, por un lateral.

HENRY: Buenos noches, Ron. (Ron se despierta de inmediato y se incorpora) Me alegra ver que has podido descansar. Ve preparándote. En un momento nos marchamos. ¿Seguro que no quieres ver al reverendo Jones?

RON: Seguro, Henry. Mi conciencia está tranquila y Dios está muy ocupado, así que no le haré perder el tiempo. (Sonríe)

HENRY: De acuerdo entonces. Aún estás a tiempo de pedir algo antes de… (Apurado) ya sabes.

RON: ¿Eso incluye a alguna mujer con ganas de pasar un buen rato conmigo?

HENRY: (Sonríe) Voy a echar de menos tu sentido del humor. Avísame cuando estés preparado.

RON: Dame unos minutos y seré todo tuyo. (Henry sale. Ron se va cambiando de ropa)

BILLY: Joder, Ron, al final me quedé dormido.

RON: Tranquilo, amigo, yo también me quedé frito. Creo que me ayudó mucho recordar la noche en la que conocí a Lucy. Me dormí pensando en ella y hasta creo que he soñado con mi Cadillac rojo y los buenos momentos que pasamos en aquel asiento trasero (Sonríe)

BILLY: Pues no sabes cuánto me alegro. Sabes, Ron, yo también voy a echarte mucho de menos.

RON: Bueno, parece que aquí el único que lleva bien esto soy yo. Tienes que ser fuerte, chaval, y acordarte de mí, con eso yo ya tengo suficiente.

BILLY: Cuenta con ello. Te has convertido en mi mejor amigo aquí dentro y jamás te olvidaré. (Se emociona)

RON: Eh, no me vayas a llorar ahora.

BILLY: No, no, tranquilo. Es solo que todo esto me da tanta rabia… La vida es muy injusta, ni tú ni yo nos merecemos esto, Ron.

RON: Bueno, podríamos decir que yo me lo merezco un poco más que tú, pero solo un poco. (Vuelve a sonreír) Ahora que caigo, nunca me has contado qué pasó exactamente para que hayas terminado aquí en el corredor. 

BILLY: Ahora no es momento de hablar de mí, Ron. 

RON: Claro que sí. Además, así mantendré mi mente entretenida hasta que llegue Henry.

BILLY: Bueno, ya sabes que me acusan de asesinar a una chica. La noche en la que eso ocurrió tuve la mala suerte de estar en el mismo tugurio en el que la encontraron sin vida. Y además, con tan mala pata de haberme besado con ella unas horas antes. Había discutido con mi mujer y salí a tomar un trago para que se me pasara el enfado. En lugar de una copa fueron tres y al final terminé en los brazos de aquella chica, pero me di cuenta inmediatamente de que no quería tener nada con ella. Así que la aparté de mi lado. Ella se resistió y finalmente la empujé. Varios clientes del bar vinieron a increparme por haberla tirado al suelo y salí del local para no meterme en líos. La chica salió detrás de mí pero yo no le hice ni caso. Finalmente llegué a casa y me acosté. A los pocos días la poli vino a buscarme acusándome de asesinato. 

RON: ¿Nada más? ¿Y cómo es posible que con tan pocas pruebas pudieras acabar aquí?

BILLY: Ya sabes. Un abogado con pocos recursos, varios testigos en mi contra, ninguna coartada y un juicio rápido en el que antes de entrar a la sala ya había sido juzgado mediáticamente. No fueron capaces de encontrar el arma y se basaron en los restos de ADN y en los testimonios. No pudimos demostrar nada y además mi mujer siempre seguirá con la duda de si lo hice o no, a pesar del apoyo que siempre me ha dado. Lo que más rabia me da, Ron, no es morir, es la idea de que mi hija y mi mujer puedan pensar alguna vez que soy un asesino. Siento tanta impotencia que me gustaría a veces, como tú dices, terminar con todo esto y descansar por fin. 

RON: Te entiendo perfectamente, amigo. De hecho creo que debes estar más jodido que yo. Al menos a mí me van a matar por un crimen que cometí, pero lo tuyo sí es injusto.

BILLY: Lo es. Y lo peor de todo es que ya no se puede revisar nada. Esa chica está enterrada hace años y no hay más pruebas ni testimonios que puedan ayudarme. Dependo única y exclusivamente de la buena voluntad de un gobernador cuyo prestigio se basa en cargarse al mayor número de presos condenados a muerte en lo que va de año. Lo tengo jodido, Ron, muy jodido.

RON: Bueno, las elecciones están a la vuelta de la esquina y puede que este hijoputa ya no continúe en su cargo. Y cuenta con esa revisión de tu caso. Hasta yo la tuve y lo mío era más que evidente. Cuando obtengas esa revisión, levanta la cabeza, vuelve a contar tu verdad y habla de tu mujer y de tu hija, es la única forma de hacer que el juez secompadezca de ti. Si después tienes que pasar el resto de tu vida aquí, al menos podrás ver a tu familia y con suerte hasta consigues que se vuelvan a replantear tu condena. No sé por qué, Billy, pero algo me dice que vas a tener suerte, ya verás. 

BILLY: Gracias, amigo. No pienso perder la esperanza. Es lo único que da sentido a mi vida. Ron, ¿puedo preguntarte algo?

RON: Claro, colega.

BILLY: Cuando estés a punto de dormirte… ¿en quién vas a pensar?

RON: ¡Vaya! No se me había ocurrido hasta ahora. Supongo que veré pasar toda mi vida como si fuera una película, ¿no? Aunque, pensándolo mejor, prefiero que no sea así, o al menos me saltaré la parte de mi infancia.

BILLY: Espero que si finalmente acabo como tú, llegue a tener esa serenidad que tienes, Ron.

RON: Tranquilo, eso no te va a pasar porque al final demostrarán tu inocencia, ya verás. 

BILLY: Dios te oiga, Ron, Dios te oiga.

RON: (Gritando) Henry, ya estoy listo para morir. Cuando quieras, nos largamos.

BILLY: Anda, dame un abrazo. (Se abrazan. Billy se emociona y rompe a llorar)

RON: No me hagas esto, Billy. No quiero quedarme con esta última imagen de ti. Alegra esa cara, por favor. Ya sabes que en el fondo esto va a ser un alivio para mí.

BILLY: (Se va calmando poco a poco) Vale, vale. Sea donde sea, volveremos a vernos, Ron. Te quiero, colega. 

RON: Y yo a ti, capullo. (Vuelve a gritar) Henry, o vienes ya o me moriré esperando y fastidiaré al gobernador.

HENRY: (Desde fuera del escenario) ¡Ya voy! (Entra en escena. Esposa a Ron y lo saca de la celda mientras le esposa) Vamos allá, Ronnie. ¿Alguna otra cosa antes de que llegue el momento?

RON: Nada, amigo. Bueno, insisto. Si puedes conseguirme un polvo con Angelina Jolie, eso mitigaría un poco mi sufrimiento. (Sonríe)

HENRY: Tendrías que haberlo pedido antes, amigo. Está muy ocupada hoy.

RON: Bueno… otra vez será. Ella se lo pierde. Quizá en otra vida, ¿no? (Henry y Ron sonríen con complicidad) (A Billy). Bueno, amigo, mucha suerte y que todo te vaya de lujo. Eres un tío cojonudo. (Se abraza y sale con Henry, pero se detiene antes de desaparecer de la escena) Un momento. Billy, creo que ya sé en quién pensaré antes de palmarla.

BILLY: ¿De veras?

RON: Sí. Pensaré en mamá. Es la única persona que llegó a conocerme cuando aún era el verdadero Ron. El asesino vino después. Vamos, Henry, que ya tengo ganas de echarme el sueñecito más largo de mi vida. (Salen. La escena se va oscureciendo poco a poco mientras Billy llora desconsoladamente) 

ACTO III
PRIMERA Y ÚNICA ESCENA

La escena se ilumina y Ron y Henry están sentados en un banco, en la sala de espera antes de entrar a la enfermería donde la inyección letal le será aplicada a Ron. La escena también ilumina la celda en la que sigue Billy, al otro lado del escenario. Billy no interviene en la escena, pero el público observa su estado de nerviosismo mientras la conversación entre Ron y Henry tiene lugar.

HENRY: Bueno, campeón, ¿estás tranquilo?

RON: Muy tranquilo, Henry, más de lo que esperaba. Sabes, nunca pensé que llegaría a hacerme amigo de un poli. Te agradezco que hayas querido estar conmigo hasta el final.

HENRY: Es lo mínimo que podía hacer. Al final te he cogido hasta cariño, canalla. Además, fue un honor para mí que tu única petición antes de morir fuese que estuviera yo presente.

RON: Aparte del bueno de Billy, eres la única persona que vale la pena aquí. Si no fueras poli, serías perfecto. (Ríen)

HENRY: Bueno, Ron. Ahora cuando ya llegue el momento, no te dejaré solo ni un instante. Solo tienes que girar la cabeza y mirarme hasta que por fin te quedes dormido del todo, hasta que por fin vuelvas a soñar.

RON: Gracias, Henry. ¿Te imaginas que la muerte no es más que un sueño eterno? Sería un chollo eso de morirse, ¿no?

HENRY: No sé cómo será, Ron. Pero estoy seguro de que en tu caso va a ser un descanso, dalo por hecho.

RON: Por favor, Henry, solo te pido una cosa: cuida de Billy. Es un chaval muy noble y tiene mucho miedo, te necesita. Yo soy mucho más fuerte que él y has cuidado de mí todos estos años, así que por favor, haz lo mismo con él. ¿Me lo prometes? 

HENRY: Prometido. Ese chico es inocente, ¿verdad?

RON: Lo es. Pero además cree que algún día será libre y podrá volver a disfrutar de su mujer y de su hija, es un soñador.

HENRY: En todos mis años en esta cárcel, jamás he visto a nadie salir con vida de aquí. Pobre chico.

RON: Eso no debe saberlo nunca Billy. Hazle creer que es posible, que en ocasiones se lo piensan y retrasan la condena y que en alguna que otra se ha demostrado la inocencia del condenado y lo han dejado libre. 

HENRY: Pero eso jamás ha ocurrido en nuestro estado, Ron.

RON: Eso Billy no tiene por qué saberlo. Él es como un niño, y no podemos robarle su ilusión. De lo contrario, se sentiría completamente perdido. (Agarra a Henry de la mano) Es muy importante para mí, Henry. Quiero que ese chico sufra solo lo necesario. Trátalo como me has tratado a mí todo este tiempo desde que llegué aquí. Al fin y al cabo, con él te será mucho más fácil: él no es un asesino como yo. 

HENRY: Todavía sigo sin creerme que te cargaras a aquel tipo. Te he conocido a fondo y creo que eres incapaz de matar a una mosca. Sé que tu mujer era muy importante para ti, pero sigo creyendo que escondes algo que te vas a llevar contigo para siempre, amigo mío. ¿Me equivoco?

RON: ¿Acaso he perdido ya mi aspecto de asesino? (Sonríe) Como tú dices, lo que pasó aquella noche me lo guardo para mí. Fui declarado culpable y lo acepté hasta el día de hoy, y así se quedará. 

HENRY: Lo sabía… Gracias, Ron. No es necesario que digas nada más. Bueno, muchacho, creo que ha llegado la hora de pasar a la sala.

RON: Bien, por fin puedo decir que voy a pasar a mejor vida, ¿no? Vamos allá, Henry. (Se agarra instintivamente a la mano de Henry) Por favor, no me sueltes hasta que cierre los ojos. Empiezo a tener un poco de miedo. 

HENRY: (Emocionado) Estaré a tu lado, Ron. (Se abrazan y salen por uno de los laterales) 

ACTO IV
PRIMERA Y ÚNICA ESCENA

La escena vuelve a la celda donde se encuentra Billy, solo, recostado en la cama. Por el lateral, entra en escena Henry, muy cabizbajo.

BILLY: Por fin, Henry. (Nervioso) Dime por favor que no ha sufrido.

HENRY: Me gustaría poder decirte eso, Billy, pero no ha sido así. (Se sienta junto a él en la cama) Ha sido muy doloroso. Estaba fuerte antes de entrar en la sala, pero después se derrumbó. Cuando comenzaron a atarle de pies y manos y se quedó allí, tumbado, como si fuese un animal, comenzó a llorar y me pidió que no le soltara de la mano. Imagina, Billy, tuve que mantener el tipo en todo momento y aguantar su mirada repleta de dolor. (Muy emocionado) En sus pupilas se podía ver el rostro de la muerte en todo momento. Me miraba como un niño pequeño mira a su madre cuando se siente indefenso, como un animal herido y agonizante que trata de aferrarse a la vida aun siendo consciente de la proximidad de la muerte. Apretaba su mano contra la mía en un intento de conservar las pocas fuerzas que le quedaban antes de que comenzara a ahogarse lenta y desesperadamente. Entonces sus ojos se abrieron cada vez más, como si quisieran salir despedidos hasta escapar de esa maldita sala y poder sentir al fin lo que es la libertad. Finalmente, cuando ya se quebró su respiración y dejó de ser consciente, solo en ese momento, noté que por fin descansaba y que su alma se quedaba definitivamente en paz. Creo que ha sido la experiencia más dolorosa de mi vida.

BILLY: Tranquilo, Henry, tranquilo. (Se abrazan) Sabía que no era tan fuerte como quería hacernos ver. Ese grandullón tenía un corazón enorme y, si hizo lo que hizo, fue porque estaba enamorado de su mujer.

HENRY: Exacto, Billy. Si es que alguna vez lo hizo…

BILLY: ¿Qué quieres decir?

HENRY: Ni siquiera antes de morir fue capaz de reconocerlo, pero estoy seguro de que era inocente.

BILLY: Pero si él mismo reconoció su culpabilidad…

HENRY: Mi intuición rara vez me falla, Billy. Sé que tú nunca has matado a nadie y estoy seguro de que él tampoco.

BILLY: (Se levanta y camina por la celda) Ahora qué más da. El caso es que está muerto, como lo estaremos todos aquí más tarde o más temprano. ¿Por qué tiene que ser todo tan injusto, Henry, por qué? 

HENRY: No sé qué decirte, Billy. Me quedo sin argumentos. Yo soy cristiano y creo que ahora Ron está en un sitio mejor, un lugar en el que podrá descansar eternamente. 

BILLY: Yo también soy cristiano como tú y empiezo a creer que si Dios existe, no es el Dios en el que yo creía. Pero aquí en el corredor quiero aferrarme a él, es mi única esperanza.

HENRY: Esa es la actitud. Él nunca te abandonará. Y tienes que ser optimista. Algún día de estos me verás aparecer por esa puerta para anunciarte que han decidido revisar tu condena, estoy seguro. 

BILLY: También mantuvimos la esperanza con Ron hasta esta misma mañana y finalmente se ha ido.

HENRY: Su caso era muy complicado, Billy. Tú lo tienes mucho más fácil. Además, tu abogada es tan obcecada que al final lo conseguirá, ya verás. Conserva la ilusión porque es lo único que te dará fuerzas cada día. 

BILLY: Gracias, Henry. Ahora eres mi único amigo aquí y voy a necesitarte más que nunca.

HENRY: Pues me tendrás, Billy, me tendrás. Ahora descansa que mañana tienes entrevista con tu abogada. 

BILLY: Sí. He dormido muy poco porque quería exprimir las últimas horas con Ron. Me parece tan increíble mirar hacia su cama sabiendo que ya no va a volver… ¿Qué va a ser de ti cuando me liquiden, amigo Henry? Esto está lleno de locos. 

HENRY: Cuando ya no te vea será porque te habrán liberado, créeme. Que descanses, amigo.

BILLY: Gracias, Henry. Oye, una última cosa: ¿cuál crees que fue el último pensamiento de Ron antes de morir?

HENRY: No estoy seguro. Su mirada de sufrimiento me confundía. Lo único que te puedo decir es que al final, cuando cerró los ojos definitivamente, su rostro era de felicidad.

BILLY: Ya… (Pensativo) Estoy seguro de que su madre vino a por él y se lo llevó en su regazo.

HENRY: Es posible. Sin embargo, no dejaba de llamar una y otra vez a su padre. Era como si tuviera algo pendiente con él.

BILLY: ¿A su padre?

HENRY: Sí. ¿Te contó algo de él?

BILLY: Ya lo creo. Es una larga historia que puede que te cuente un día de estos. Pero me parece muy extraño que en su último suspiro de vida se acordara de ese cabrón.

HENRY: Pues así fue. De hecho, sus últimas palabras fueron: Perdóname, papá.

BILLY: Creo que ya lo entiendo todo. Henry, estabas en lo cierto. Ron Carter no asesinó al amante de su mujer, estoy seguro.

HENRY: ¿Y por qué dejó que le condenaran tan fácilmente?

BILLY: Por una razón muy sencilla: quería pagar por haber matado a su padre.

HENRY: ¿Cómo?

BILLY: Es una larga historia. ¿Te apetece escucharla ahora?

HENRY: Por supuesto. (Se vuelve a sentar a su lado).

BILLY: De acuerdo. Ponte cómodo.

HENRY: Pero debes descansar un rato, Billy. Ha sido una noche intensa.

BILLY: ¡Qué más da! Tengo mucho tiempo para dormir, Henry. Toda una eternidad…

TELÓN