Después analizando la historia constaté que no existe ningún vestigio, ruina o resto arqueológico más antiguo y con más historia en toda la villa, que el Puente Romano.
También el puente tenía para mí en ese momento unas connotaciones muy significativas, en cuanto podía ser el símbolo de unión de dos ideas diferentes, de dos formas de pensar. Era el elemento que unía las dos orillas y ayudaba a resteñar a la vez la herida que subyacía y que todos tratábamos de superar. En aquel momento deseábamos potenciar esa unión, queríamos fomentar la solidaridad y necesitábamos grandes dosis de comprensión.
A la vez por su lomo había transcurrido "toda la Historia de España", desde la época Romana, hasta nuestros días, pues había estado en uso hasta el año 1950.
Por otro lado era una joya de la arquitectura romana y nada menos que Monumento Nacional desde el año 1931, en el Presidente de la II Republica Española, D. Nieto Alcalá Zamora y su Ministro de Estado D. Alejandro Lerroux, dos insignes cordobeses, así lo había declarado por Decreto del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, así como posteriormente ha sido declarado Bien de Interés Cultural por la ley 16/1985 de 25 de Junio del Patrimonio Histórico Español, y demás normativas de la Comunidad Autónoma de Andalucía.
Por tanto, el Puente Romano era otro elemento, otro símbolo a tener en cuenta, desde mi punto de vista.
Construido en piedra molinaza de Montoro, recrea un efecto óptico al atardecer, cuando el sol de poniente jiza de su fábrica, resalta toda su belleza y esplendor como si estuviera construido con sillares almohadillados relucientes como el oro, originados por el destello de la cuarcita.

José Luis Lope y López de Rego

Revista de feria 2003