Villa del Río, Córdoba, 1913 – Madrid, 2004. Locutor radiofónico y presentador televisivo español. Maestro de comunicadores.

D. Matías Prats Cañete nació el 4 de diciembre de 1913 en la localidad cordobesa de Villa del Río, en el seno de una familia modesta.

Con su verbo desbordado y su facilidad de palabra, fue el líder de su cuadrilla infantil en la escuela pública de su pueblo natal donde a los nueve años ya hacía versos. Desde muy joven hizo sus pinitos en periodismo en el Instituto de Málaga, donde ingresó a los catorce años y estudió el bachillerato, para graduarse posteriormente como perito en la Escuela Industrial.

Siguió haciendo versos, pero en lugar de decantarse hacia la lírica del grupo Cántico (con D. Pablo García Baena, D. Ricardo Molina o D. Juan Bernier), lo haría hacia la épica de Radio Nacional de España con D. Fernando Fernández de Córdoba, su maestro.

Participó en la Guerra Civil y fue herido varias veces, una de ellas en los ojos: Conoces la guerra, la odias para siempre, diría en su vejez. Sufría por ello de fotofobia y se vio obligado a llevar gafas de sol, aún en los partidos nocturnos. Esas gafas se convirtieron en uno de sus signos de identidad.

En 1939 entró por oposición en Radio Nacional de Málaga, donde ya se dio a conocer porque hizo de la crónica un auténtico encaje de bolillos. Su primer trabajo fue la retransmisión del partido Málaga – Betis.

En 1945, a raíz de la inauguración de las emisoras de Radio Nacional de España, (RNE), en Arganda, se trasladó a Madrid, donde comenzó su andadura en la emisora central de RNE; aunque no se graduó como periodista hasta 1949, en la Escuela Oficial de Periodismo. Poseía, además, el título de técnico de programación en radio; por lo cual, en 1947, había sido nombrado jefe del departamento de realización de emisoras de RNE, hasta que en 1954 fue designado jefe de emisiones.

Desde 1947 hasta 1971 fue redactor y puso su voz al servicio del Noticiario Documental, el singular NO-DO, que guarda la memoria de tres décadas de la reciente historia de España y del que llegó a ser director en 1974, aunque sólo duró en el cargo dos años.

Casado con Dª. Emilia Luque Montejano, tuvo tres hijos, Matías, María del Carmen y Juan Jesús, de los que se sentía orgulloso, pero en especial de Matías, quien siguió sus pasos y aprendió mucho del oficio de su padre, cuyas principales virtudes eran la prudencia y el respeto hacia los demás.

Como locutor del medio radiofónico oficial del régimen franquista, impuso un estilo singular y un discurso con giros rocambolescos que hicieron las delicias de los oyentes, a quienes proporcionaba una detallada composición del lugar y de las incidencias de los partidos de fútbol en su programa Domingo Deportivo Español, o de las corridas de toros, como si los acontecimientos fueran televisados.

Un periodista que se considera su discípulo, D. Benito de Salazar, lo plasmó con esta frase: Antes de existir la tele, veíamos los goles que nos cantaba. Su verbo fluido, rico en matices y vocabulario, nos situaba sobre el terreno de juego y nos hacía imaginar la posición del balón y de los jugadores.

Famosa es la retransmisión del archiconocido gol de Zarra a Inglaterra en el estadio de Maracaná, durante el Mundial de Brasil, en 1950: El monstruo Zarra doblegó a la pérfida Albión.

De D. Matías son numerosos giros y símiles, como la serpiente multicolor. De hecho, inventó un imaginario Diccionario Deportivo de la Real Academia de la Lengua, tanto de fútbol como de toros o de otras disciplinas deportivas de la España en blanco y negro, a la que él puso color. Buscaba siempre la frase ingeniosa, pero sin ofender. En un partido entre el Real Madrid y el modestísimo Jeunesse de Luxemburgo sólo había un jugador de este equipo que tocaba un poco la pelota. Era calvo como una bola de billar. Para referirse a él, dijo: Reconocerán a Peterson por ser el menos dotado de frondosidad pilosa.

Más tarde, en la final de la Copa de Europa de Naciones de 1964 ante la Unión Soviética, tuvo el honor de cantar el gol de Marcelino, que le proporcionó a España su único título continental. Le hizo también la última entrevista al popular torero Manolete, poco antes de que el toro Islero acabara con su vida en la plaza de Linares. Matías Prats sabía de cada rincón de todas las plazas, que modulaba en unas retransmisiones que jamás fueron aburridas por rutinaria que fuera la corrida. Debutó en los toros con la retransmisión de la corrida que toreaban en Málaga Nicanor Villalta, Vicente Barrera y Domingo Ortega.

Dejó temporalmente la profesión para ser procurador en Cortes en Representación Familiar y dedicarse a su cargo de miembro de las comisiones de Defensa Nacional y de Información y Turismo. Pero tanto entonces como cuando se enfrascó en trabajos directivos de RNE, continuó con su trabajo de maestro de las ondas y, de vez en cuando, visitaba a sus amigos de RNE cargado con garrafas de aceite de su pueblo natal: Villa del Río.

Trabajó también en Televisión Española, (TVE), desde los albores de un medio que fascinó a los españoles de la época y del que D. Matías Prats se convirtió en uno de los rostros más populares, tanto en las retransmisiones deportivas como en las taurinas. En 1974 dejó de aparecer en pantalla al pasar a la asesoría técnica de la dirección general del medio, pero el gusanillo de la radio lo impulsó a coger el micrófono para retransmitir algunos programas, sobre todo los destinados a Hispanoamérica.

Con una personalidad singular y en el cenit de su popularidad, se atrevió a corregirle un discurso al general Franco. En aquella época todos éramos franquistas, al menos los que trabajábamos en un medio oficial como RNE, recordó en una entrevista.

En ella afirmaba también, entre otras cosas: Jamás me he creído mi triunfo personal, y más bien me considero un fracasado, porque yo he desarrollado una vocación al margen del reconocimiento del público… Mis más íntimos objetivos eran no ser desagradable e intolerante con mis deficiencias y con mi familia, algo que quizás no conseguí; debido a la potencia de mi voz y a mi verbo fácil, con los que me imponía a los demás, a pesar de que en el fondo era un tímido. Quizás por ello gritaba más que mis interlocutores.

Después de retransmitir la Copa de Europa en 1981 y el Mundial de España al año siguiente, se jubiló oficialmente de RNE en 1985, si bien no abandonó totalmente la actividad hasta diez años más tarde.

D. Matías Prats estaba en posesión de numerosos galardones y premios: Ondas (1955, 1965 y 1996); Periodista de Honor (1965), Micrófono de Oro (1989), Premio Víctor de la Serna por la Asociación de Prensa de Madrid (1993), etc. En 1996 recibió el premio Ondas extraordinario, y el 24 de noviembre de 2003, el premio Ondas de Oro, con motivo de la celebración del cincuenta aniversario de este galardón, por haber llevado a la radio la máxima expresión narrativa y como voz que perdura en el recuerdo de varias generaciones. Además, estaba en posesión de las cruces de Cisneros al mérito político y Alfonso X el Sabio al mérito militar y de la Medalla de Oro al mérito en el trabajo.

D. Matías Prats falleció el 8 de septiembre en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, en la que llevaba varios días ingresado para ser tratado de una enfermedad. Fue enterrado en el cementerio de su pueblo natal: Villa del Río; cuyo ayuntamiento le concedió la Medalla de Oro a título póstumo y construyó el museo dedicado al periodista, que su hijo D. Matías Prats Luque inauguró.

Tras el velatorio en el tanatorio madrileño de La Paz, en Tres Cantos, éste mismo comentó a la prensa: Sabía que lo querían, pero no podía imaginar que lo admiraran tanto. Por su parte, D. Jesús Álvarez, que lo tuvo como tutor y mentor tras el fallecimiento de sus padres, definió a la perfección su figura: Se nos ha ido el mito, pero ahora queda la leyenda.

Fue nombrado hijo predilecto de Villa del Río en el Pleno de 27 de julio de 1950.